La opinión del lector
A Marisa Pub
Havana/Plato
Querida Marisa, cuando nos dejaste tanto dolor se agrupó en nuestro costado que por doler nos duele hasta el aliento, tus movimientos de mariposa cascabelera y tu sonrisa empecinada en aparentar la sofisticación extrema, aunque debajo se escondía la luchadora pertinaz y revolucionaria que siempre fuiste. Fuimos a la Unión Soviética en los 80 empeñadas en comernos todas las Rusias de Lenin, pero terminamos llorando juntas en el yate Aurora , en el monumento al soldado desconocido y en el mausoleo de Lenin con la pretensión de besar su noble calavera. Tú eras la que nos animaba a no rendirnos nunca ante este capitalismo feroz o en algún descalabro electoral.
Te fuiste con una frustración y un deseo irrefrenable por ir a Cuba y recorrer los caminos del Che, pero no te dio tiempo y por eso quiero escarbar la tierra con los dientes, quiero apartar la tierra, a dentelladas secas y calientes, yo no quiero más luz que la sombra dorada donde brotan anillos de una hierba sombría.
Destacabas sobre todo eso gran voluptuosidad ideológica que derramabas por los poros de tus grandes pendientes bajo el maquillaje de tus ojos, tus fuertes y profundas convicciones y después del amor la tierra, después de la tierra nadie... Por el orden que a ti te gustaría fuiste camarada, compañera y amiga, y siento más tu muerte que mi vida.
Quiero que vengas, flor desde tu ausencia, a serenar la sien del pensamiento. Que tenemos que hablar muchas cosas, compañera del alma, compañera.