Un ridículo de Rubalcaba que esconde su falta de criterio y de autoridad en el PSOE
Samuel Folgueral abandona el PSOE pero se mantendrá en la Alcaldía de Ponferrada. Y además no se va solo: se lleva con él a los siete concejales socialistas que también solicitarán su baja del partido. Es la contundente respuesta del nuevo alcalde a la exigencia de Alfredo Pérez Rubalcaba: «O deja la alcaldía o deja el PSOE». Pero no sólo la suya: es también la respuesta de los socialistas de Ponferrada, del Bierzo y de la provincia en un efecto bola de nieve de consecuencias todavía imprevisibles a la esperpéntica gestión del problema por parte de las ejecutivas autonómica y nacional.
Julio Villarrubia, Óscar López y Alfredo Pérez Rubalcaba lo han hecho mal. Rematadamente mal. Tan mal que en cuarenta y ocho horas, revuelo mediático al margen, el Partido Socialista no sólo ha perdido en la provincia ocho militantes y la adhesión inquebrantable de centenares de ellos más, sino sobre todo una Alcaldía importante por cuya reconquista había hecho un gran esfuerzo político.
Los tres salen muy tocados del vano intento por corregir sus propios errores, pero especialmente el secretario general del partido, al que Samuel Folgueral ha puesto en evidencia por el sencillo procedimiento de ser consecuente con sus hechos, sus actitudes y sus convicciones en el poco tiempo transcurrido desde que se concretó la moción de censura.
Es realmente paradójico que quien ridiculiza al líder de los socialistas —tres veces salió pidiéndole que dimitiera y no lo consiguió— sea un alcalde recién llegado y un militante con escaso peso orgánico en la estructura del PSOE, pero que sin embargo se ganó el apoyo de las direcciones del partido en Ponferrada, en la comarca y en la provincia.
En su comparecencia ante los medios en el marco del congreso comarcal aireaba Folgueral el trasfondo del problema avalando la teoría apuntada ayer por este periódico: «Se está usando a Ponferrada para dirimir cuestiones internas del PSOE», dijo. Es indignante, tanto como cierto, la utilización que desde el partido se ha hecho de un problema que desgarra al PSOE también a nivel autonómico, con un secretario general, Julio Villarrubia, primero ignorado por su predecesor y luego desobedecido por el alcalde y un López, secretario de Organización en Ferraz pero portavoz del PSCyL en las Cortes, desautorizado también por el propio Rubalcaba en un asunto que por dominio territorial le concierne directamente.
Pero López es además la pieza a abatir por la número dos, Elena Valenciano, quien por medio de Villarrubia intentó prolongar la crisis en Ferraz desgastando al segoviano desde Ponferrada con la moción que él mismo había apadrinado.
El ridículo también en este asunto del líder de los socialistas abre para el PSOE el doloroso interrogante sobre qué confianza pretende granjearse Rubalcaba para ser alternativa de gobierno cuando ni siquiera es capaz de ejercerlo sobre una agrupación local de apenas doscientos militantes como es la de Ponferrada.