Desamparo para las etiquetas de calidad

La polémica generada por el mal uso del sello Cecina de León ha desembocado en una insólita decisión que como mínimo cuestiona todo el sistema de marchamos que se emplean en la agroalimentación y que cuenta con el aval de la Unión Europea.

Los sellos de calidad, que requieren una compleja tramitación para conseguirlos y un proceso de garantías muy estricto, resulta que pueden ser utilizados por cualquiera sin que se produzca una persecución legal efectiva que sirva para defender a los titulares de esos marchamos.

La contradicción es máxima si se tiene en cuenta que estos sellos tienen precisamente ese objetivo, el establecer una procedencia geográfica concreta que llega avalada por ese sello de calidad y que en el caso de la provincia de León es un asunto de primordial importancia por la relevancia creciente que tiene el sector agroalimentario.

La Fiscalía Provincial considera que emplear el nombre Cecina de León en piezas que no disponen de la etiqueta de calidad no supone infracción penal alguna. Una decisión complicada de entender a la luz del fin de ese marchamo y que se complica aún más con la afirmación de que los comerciantes denunciados no tenían que conocer necesariamente la existencia de esa indicación geográfica protegida.

A los sellos de calidad de la provincia parece que se les dice que todo el largo camino recorrido es estéril. Tanto esfuerzo y dedicación se asoman al abismo del desamparo con decisiones como ésta.