AQUÍ TE ESPERO
Algunas citas
No tiene nada que ver con los recortes. Las citas previas telefónicas de la sanidad llegaron antes, así que no buscaremos tres pies al gato. Pero sea cual sea el motivo de su implantación debe revisarse para mejorar algunos aspectos que en la actualidad son lamentables.
Si todos los españoles somos iguales ante la Constitución, resulta que no todos lo somos ante el Sacyl. Porque para conseguir una cita de este tipo hay que contar con una de estas dos cosas: teléfono o Internet. Digo yo que en un mundo rural como el leonés, tan extenso y despoblado, esto de la cita previa más que ayudar a los enfermos les hace auténticos pacientes, de paciencia.
Porque resulta que si usted llama pasada la hora de cierre del ambulatorio es técnicamente imposible conseguir hora para el día siguiente. Vamos, que no entiendo que haya horario para la maquinita que contesta las citas, porque tampoco me creo que todos los días, a las ocho de la tarde, se han completado todas las horas de todos los médicos y por eso ya la cita que dan no es para el día siguiente, sino para dos días después. Y como es imposible que todos los días del año se completen todas las horas de las citas, resulta que se está haciendo un flaco favor a quien necesita ir al médico ese día, y no el siguiente.
Lo curioso es que eso ocurre también por Internet y aquí no es una cinta grabada la que no va más allá, sino que es imposible conseguir una cita para el día siguiente, aunque el horario del médico sea por la tarde. Tampoco aquí hay alternativa, ni posibilidad de ver los horarios cubiertos para elegir entre los libres, sino que te piden un horario y si no tienen a esa hora te ofrecen la primera que hay después, pero no las que hay antes, que también te pueden venir bien. Mayormente porque, a pesar de la cita, el horario real de atención siempre es otro muy distinto. Entiendo que es necesario hacer algo para organizar el trabajo de los profesionales de la salud, pero no hay que burocratizar tanto las cosas que una persona de un pueblo, por ejemplo, acuda a la cita pedida con su médico y cuando le atiende en la consulta le pide también recetas y se le conteste que no había pedido cita para eso, cuando la persona es una anciana de 88 años, que vive en otra localidad, que tiene dificultades de movilidad y que, simplemente, no se dio cuenta cuando le pidió a su nieta que solicitara cita por Internet de que también le cogiera otra para enfermería. Así sólo se crean problemas, en vez de resolverlos.
Un apunte final. Suscribo totalmente las «1188 razones» que en la página anterior escribe Margarita Torres. Es lamentable, pero somos así. Y así nos luce el pelo.