La opinión del lector
Lo que la verdad esconde
Lo que la verdad esconde ya no es sólo el título de una película, es la triste realidad de un país gobernado por presuntos imputados, representado por condenados durante décadas y con el pleno consentimiento de los que en la oposición esperan su turno y se alternan el poder para seguir haciendo más de lo mismo. La caja de los truenos la ha abierto Ponferrada, ha vuelto a poner a León en el mapa y de qué manera, olvidado desde que un vilipendiado Zapatero nos dejara allá por el 2011, es decir anteayer.
Hagamos un ejercicio de memoria porque nuestros políticos la tienen atrofiada y ahora nadie se acuerda de espetarle a los principales partidos que en su mano ha estado legislar para que los condenados por cualquier delito no puedan representarnos en ninguna institución pública con nuestro voto. ¿O no es en este país donde han gobernado PP y PSOE, ambos con mayorías absolutas y más de una vez? Lo que no significa que los condenados no tengan derecho a rehabilitarse, que lo hagan en su casa, en el trabajo o en sus ratos libres, pero por favor que no nos representen nunca más. Y he aquí el meollo de todo: que cuando Ismael Álvarez se presentó con unas siglas apenas tuvo repercusión fuera de la provincia, nos lo tragamos los leoneses y sobre todo las leonesas con asombro e indignación; que este señor fundó otro partido porque aunque el PP de Ponferrada le puso ojitos (porque sabía del tirón que aún tenía) quería ser candidato a la alcaldía y el PP no entró por el aro, porque de haber consentido ir de segundo lo hubieran arropado como hace doce años con el caso Nevenka; que si bien es cierto que sacó un buen número de votos no nos rasguemos la vestiduras pues para ejemplos de tolerancia a la insensatez y a la criminalidad podemos mirar a la Comunidad valenciana y a alguna más, no vaya a ser ahora la capital del Bierzo y sus habitantes la causa de los males de la humanidad; y por último la gran «cagada» (no hay palabra que lo defina mejor) del partido socialista nacional. Un auténtico despropósito del principal partido de la oposición que ha perdido el norte y el sur.
Clara Isabel Santos. SOTO DE LA VEGA
Misión cumplida
El 8 de marzo, tras una larga sangría de votos, los clanes que pugnan por el control del PSOE en Ponferrada han conseguido su objetivo. El PSOE ha desaparecido del Ayuntamiento y aquellos concejales que, a bombo y platillo, firmaban un pacto «antitránsfuga» se han fugado pero no han renunciado a sus actas tal y como habían firmado públicamente. «Quien mal empieza mal acaba» dice el refrán y si se empieza faltando a compromisos públicos, a la palabra dada, no sabemos en qué podrá acabar la cosa.
El caso es que todo el mundo sabe dónde está Ponferrada y no precisamente por sus bondades, sino por sus miserias. Ya no hace falta gastarse un dinero que no tenemos para que el Mundial de Ciclismo nos ponga en el mapa. Los próceres ponferradinos nos han puesto en el mapa.
Supongo que después de la cantidad de fotos, abrazos, declaraciones, palmadas en la espalda y enhorabuenas que se han repartido desde el anuncio de la mezcla agua y aceite, la comisión ejecutiva del PSOE de la agrupación de Ponferrada, obligada por el pacto «antitránsfuga» dimitirá en pleno dando paso a una comisión gestora que ventile este asunto.
Rubalcaba «el gran lapa» y todos los «lapas» de su club han vaciado las instituciones de la representación, de la voz de los trabajadores. La derecha nunca ha acumulado tanto poder.
Rubalcaba debe de fundar de nuevo el PSOE en todos los territorios en los que fue absorbido por los soberanistas (Cataluña, Euskadi...), debe limitar la permanencia en los cargos y sobre todo, debe de abandonar la vida pública y dejar paso a personas que, desde el primer día, conozcan su fecha de cese automático.
Juan Pedro Martínez Bastida. PONFERRADA