EDITORIAL
Órbigo: de la ilusión al fracaso en quince años
Quince años después del cierre de la azucarera, Veguellina de Órbigo no ha visto cumplida ninguna de las promesas de reindustrialización y de revitalización social anunciadas por la empresa y las administraciones. Desde entonces el municipio perdió los cien empleos directos de la propia planta, los derivados de los servicios afectados por la reducción de actividad y el 10% de su población.
El Centro de Investigación en Biocombustibles y Bioproductos, un laboratio en el que la Junta invertió nuevo millones de euros, no ha ofrecido alternaivas económicas para la zona, que era su objetivo. Y el polígono industrial en el que se ubica y para el que debería haber sido elemento de atracción despertó más expectativas entonces que concreciones a largo plazo, hasta el punto de que sólo una idustria agroalimentaria mantiene un mínimo de actividad productiva y laboral.
No menos decepcionante fue el resultado de la firma en el 2006 entre la industria y el gobierno municipal para variar el planeamiento municipal y desarrollar sobre los terrenos de la propia azucarera actuaciones industriales y un gran espacio residencial.
Una vez más —y sobre esa materia en esta provincia sobran malas experiencias— los sueños urbanísticos quebraron las ilusiones y la dura realidad con la que nos encontramos quince años después es la de la desolación de un municipio más empobrecido y sin expectativas para los jóvenes. El fantasmagórico aspecto de la vieja azucarera es la imagen más representativa de un fracaso histórico.