HISTORIAS DEL REINO
La historia, ¿motor económico de león?
El futuro de León, igual que el del resto de España y, gracias a la especulación de los nuevos señores feudales de la economía, de toda Europa, se torna negro por momentos. Pero los españoles siempre nos hemos caracterizado por sacar coraje ante las dificultades. Ahí queda la conquista de América, la resistencia frente al poder de Roma, que llevó a nuestros antepasados cántabros y astures a convertirse en el último territorio hispano sometido al Imperio. Pues buenos somos los leoneses. O éramos. Y si a ello sumamos la historia del Reino de León, padre de Portugal y Castilla, hogar de conocimiento para el judaísmo medieval, patria de la última gran fazaña por amor, el Passo Honroso, espacio de encuentro de mozárabes y muladíes, con su cultura sureña, cerramos el círculo de un acerbo común, fuente inagotable de conocimiento y, en los tiempos que corren, sembrado del que recoger potenciales frutos económicos.
Tal ha quedado ratificado en Astorga, donde, este pasado fin de semana, diversas asociaciones de recreación histórica, algunas de las mejores, se reunieron para debatir sobre el futuro y presente de estas iniciativas, que reconstruyen un episodio del pasado para mantenerlo vivo en la memoria. Nacieron todas del esfuerzo de particulares, a menudo apostaron por ellas las instituciones. El trabajo primero, a veces no todo lo exacto desde el punto de vista histórico que debiera, pronto dejó paso al consejo de expertos, a los deseos de mejorar poco a poco, hasta convertirse en hito capaz de atraer miles de visitantes. Así ha sucedido en Astorga, en Hospital de Órbigo y se encarrilla el tema en El Bierzo templario.
La historia, amén de leerse para formar o aburrir, puede aportar un comienzo capaz de generar dinero. Tal acontece en Toscana, o en Inglaterra, cuya simbólica batalla de Hastings, que recrea la victoria del duque de Normandía Guillermo El Bastardo sobre las fuerzas anglosajonas en 1066, atrapa cada doce meses a miles de ciudadanos de todo el mundo. El principal hándicap de una recreación es la falta de rigor. No todos los mercados medievales son iguales, ni los trajes de Alicia en el país de las maravillas corresponden a la reina Berenguela, o los espadones de Loja tamaño Conan El Bárbaro fueron empuñados por los visigodos. Si no caemos en la tentación de inventarnos un pasado para acomodarlo a los gustos estéticos del presente, crearemos un producto capaz de atrapar la atención de los visitantes y sus dineros. La clave es el rigor. Esa la apuesta. El turismo, guste más o menos, está llamado a convertirse en el último faro económico de León. Es por ello que las recreaciones históricas no sólo movilizan interés cultural, también pueden hacer sonar bolsas repletas de euros, so excusa de maravedíes.