Diario de León

TRIBUNA

Foro u oferta en San Isidoro

Publicado por
Máximo Cayón Diéguez Cronista Oficial de la ciudad de León
León

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Es una estampa histórica, tradicional, secular y legendaria. Tiene como escenario el claustro de la Real Basílica Colegiata de San Isidoro. Y se lleva a término, desde 1972, el último domingo de abril de cada año. Se trata, en suma, como el lector ha colegido, de la fiesta del Foro u Oferta, o, si se prefiere, del rito de Las Cabezadas. El protocolo corre a cargo del Ayuntamiento de León y del Cabildo Isidoriano. Ambas corporaciones designan un síndico y un capitular, respectivamente, que son los encargados de realizar la defensa de sus diferentes tesis. Y con tanto ardor y entusiasmo uno y otro llevan a término el cometido encomendado, que el cirio de arroba bien cumplida y las dos hachas de cera que la municipalidad entrega a San Isidoro a modo de oferta, o, si se quiere, a manera de testimonio voluntario de gratitud, son admitidos por la representación eclesiástica con agrado y complacencia, pero, eso sí, disintiendo en la estimación y aceptándolos sólo y exclusivamente en calidad de foro, esto es, de manifiesta obligación. La cosa no es de ayer. Se remonta al siglo XII.

Corría el año 1158. Reinaba Fernando II, hijo del emperador Alfonso VII. Entonces, «vino tan gran sequedad en la tierra por defecto de las lluvias, que todas las cosas verdes con el gran estío se secaron…», como consigna Lucas de Tuy, en «De miraculis sancti Isidori». Las incidencias de esta situación tienen referencia en el capítulo XLI de dicha obra, donde se narra «cómo el cuerpo de San Isidro [Isidoro] fue sacado de su iglesia al campo en procesión, y después no le pudieron mover para tornarlo, hasta que la reina doña Sancha, su esposa, con todo el pueblo hicieron gran plegaria por causa de esto».

De modo esquemático, anotemos que el campo en cuestión fue un término cercano a Trobajo del Camino. Y, como registra el Tudense, es decir, el citado Lucas de Tuy, canónigo de San Isidoro, durante 28 años, antes de alcanzar la mitra de la ciudad gallega: «y al tiempo que así vino la reina, [habla de la antedicha doña Sancha, tía de Fernando II y hermana del Emperador, que ayunó tres días junto con el pueblo fiel por los hechos que se exponen], la Comunidad y vecinos de la ciudad de León hicieron juramento solemne de nunca más sacar el cuerpo santo de su iglesia, si él tuviese por bien de ser tornado a ella (…) y plugo al Señor de oír las voces de su pueblo, de tal manera que así como la reina con sus manos tocó las andas en que estaba el santo cuerpo, luego se movió aquel lugar, y todos tuvieron gran temor y se espantaron de verlo, y por la voluntad e inspiración de Nuestro Señor se llegaron luego allí cuatro niños chiquitos y levantaron las andas, las cuales cuatro hombres muy valientes apenas podían levantar…». Hasta aquí los orígenes de la fiesta del Foro u Oferta, un acto concordado por las legacías municipal y canonical los días precedentes al último domingo de abril, mediante las oportunas visitas protocolarias. Actualmente, pocos minutos antes del mediodía de dicha dominica, el Corregimiento, «en forma de ciudad» y portando el Pendón Real de León, llega a las puertas de la Basílica del Doctor de las Españas, «salvador del saber clásico y pedagogo de Europa», en palabras del inolvidable Antonio Viñayo. Lleva consigo un cirio de arroba, miniado con la imagen de San Isidoro y el escudo de esta antigua Ciudad Imperial, así como dos hachas de cera. Dos de éstas ha entregado previamente, en concepto de limosna, a la iglesia de San Marcelo, que han sido recibidas por el párroco en el acceso sur del templo dedicado al patrón de la ciudad. Poco después, hace su aparición en el atrio el Cabildo Isidoriano, arropado por las damas y caballeros que integran la Muy Ilustre, Real e Imperial Cofradía del Milagroso Pendón de San Isidoro, fundada en 1147 por el señalado Alfonso VII. Luego, requerido por los emisarios municipales, el abad canonical acude al encuentro del Corregidor. Y, una vez realizados los consabidos saludos, ambos, del brazo, orientan su andadura hacia el claustro procesional, entorno de la ancestral ceremonia, a la par que se interpolan ediles y canónigos que van detrás con idéntico destino.

Allí, en aquel espacio comenzado a erigir en el siglo XVI, las dos representaciones en el centro, frente a frente, con las autoridades civiles y militares y un gran número de leoneses como testigos de excepción, comienza propiamente el acto. El síndico municipal, en sus tres intervenciones, expone sin ambigüedades de ningún tipo la oferta del pueblo legionense. El capitular, por su parte, en sus tres alocuciones, defiende sin anfibología alguna que dicha entrega constituye un foro preceptivo. No hay acuerdo, por supuesto, porque nunca lo ha habido. Con el clásico «tengamos la fiesta en paz», lo mismo el síndico que el capitular ordenan a sus respectivos secretarios que levanten acta de los hechos. Luego, el alcalde hace entrega al abad del cirio y de las dos hachas.

Posteriormente, se celebra la Eucaristía, «con sermón y a toda orquesta», tal como escribió, el 14 de abril de 1923, hace ahora noventa años, Julio Pérez Llamazares, quien fuera abad-prior de la Colegiata de San Isidoro. Y finalizado el acto religioso, llega la hora de la despedida. Entonces, las clásicas Cabezadas, que son tres notables reverencias con profundas inclinaciones del cuerpo y de la cabeza, se tornan nobles muestras de respeto y cortesía que eliminan cualquier diferencia después de la controversia sostenida.

Esplendor y solemnidad revisten siempre este curioso ceremonial, mitad cívico, mitad religioso, que el pueblo ha dado en llamar Las Cabezadas. Y su policromía acrecienta en cada edición su importancia y celebridad. Con más motivo, así será en este año del Señor de 2013, en que se cumple el 950 aniversario de la traslación del cuerpo del Doctor Hispaniae desde Sevilla a León, fallecido en la ciudad hispalense el 4 de abril de 636, y, por ende, de la consagración del templo isidoriano, datada el 21 de diciembre de 1063, durante el reinado de Fernando I y de su esposa Dña. Sancha.

Decía Miguel de Unamuno que «la tradición es la sustancia de la Historia». La multisecular fiesta del Foro u Oferta, conocida popularmente como Las Cabezadas, atesora más de ocho centurias. Concretamente, 855 años. Y es, sin ningún género de duda, una significativa tradición leonesa.

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