LA LIEBRE
Puede ser peor
Viene la primavera con un vicio que levanta hierbazales en dos tardes. Se arrebatan los ríos con rabiones furiosos, desmelenados en cada meandro, y crecen los caudales con su ansia por desbordar riberas, cuando todavía los neveros acumulan frío en sus entrañas para arramarse en el verano.
Explota la naturaleza con ese salvajismo que renueva la tierra cada año. La revolución del ecosistema que vuelve a hacer avanzar la vida. Y en sus orillas se asienta la estadística a contra estación para recordarnos que León ha perdido más de 6.000 habitantes en el último año y que hay cerca de 50.000 personas sin empleo, con casi la mitad de la población activa desocupada y 18.500 hogares en los que no entra un sueldo.
No habrá cosecha tampoco este año, ni con qué sembrar, ni quién lo haga.
Aparece mayo con su día del trabajo como una burla, ahora que ante cualquier pequeña obra que surge en la calle, apenas cuatro baldosas que encajar, se acumulan tantos jubilados como parados para dar su opinión.
Siguen los mineros de la provincia leonesa en la brecha para luchar por el futuro de las cuencas, levantan la empalizada los trabajadores de Antibióticos para evitar que Pucci se lleve el dinero y les deje las deudas por pagar, caen los autónomos vencidos por las facturas y la falta de crédito...
No hay un convenio colectivo que mantenga sus condiciones, aumentan los estraperlistas que rebajan sueldos de sus empleados a la par que crecen sus beneficios, se utiliza la reforma laboral para purgar plantillas y la patronal reclama que se abaraten los despidos.
Un retroceso que será imposible volver a reconquistar cuando todo se estabilice, cuando el mercado haya terminado de revolver sus intestinos para demostrar que la banca siempre gana.
Entonces, será tarde para darse cuenta de que la primavera ya no trae esperanzas, que hay un empobrecimiento general paulatino, como se empeñan en subrayar las estadísticas, que no hay renovación posible para un tejido social instalado en el conformismo, en la creencia de que puede ser peor...
Un sociedad leonesa en la que, entre parados y jubilados, sí que resultará necesario invertir en bancos... Pero de piedra.