Cola de ratón

La sabiduría de nuestros mayores se preguntaba si es mejor ser cola de león o cabeza de ratón. Pregunta con trampa, respondieras lo que respondieses, aunque, en el caso de nuestra provincia, sencilla parece la réplica: León es cola de ratón. Ni para menearle el rabo al rey de la selva servimos ya. Achacosos, despoblados, tristes, exportando jóvenes licenciados, enterrando bajo hormigón nuestra historia, sin una apuesta clara de futuro y con unas autoridades poco peleonas.

Acaba de hacerse pública la última Encuesta de Población Activa. El gobierno de Rajoy asegura que al final de su mandato no se habrán alcanzado las cifras de paro con las que tomó el relevo a Zapatero. La presión europea cierra más el garrote vil sobre el cuello del españolito de a pie, al que le suben el I.V.A. en los productos sanitarios. Al tiempo, por recordar uno de los muchos ejemplos de despilfarro taifa, en la Cataluña que quiere ejército propio han gastado en tres meses más de cinco mil millones de euros, un 58,4% del total autorizado por el Fondo de Liquidez Autonómico para sus doce meses. Y mientras, en otras comunidades que han tratado de ajustarse el cinturón, como Castilla y León, quizá porque no chillamos tanto a bombo y platillo, nos aprietan las tuercas en lugar de premiarnos. Está visto que el español bebe los vientos por quien le maltrata y castiga a quien le ama. Ya está bien de síndrome de Estocolmo.

Las diferencias no sólo se ven entre reinos taifas. También llegan al interior de las provincias. En León, sin ir más lejos, el Bierzo se ahoga en cifras escandalosas de paro (35% de la población activa) mientras el resto del territorio se hunde en un 24%. Cada día que pasa 21 personas pierden su empleo. Basta con que recorran nuestras calles para que observen el creciente número de carteles de «se alquila». Estremece pensar en esas 18.000 familias con todos sus miembros en paro.

Un economista de correoso sentido del humor ha publicado una estadística paralela: la comparación del mapa del paro si las comunidades autónomas fueran países, mediante asimilaciones aproximadas de las tasas de desempleo de las naciones que sirven de alter ego. Así, la autonomía con mejor índice, el País Vasco (16,28%), se coloca al nivel de Georgia y Zambia, Andalucía asemeja la Franja de Gaza, la Comunidad Valenciana Mauritania, Extremadura Afganistán y nosotros, en Castilla y León, nos colocamos a la altura de la isla de Dominica. Eso sí: en el Caribe. Rumbosos que somos. En el otro extremo, Cataluña asemeja Nigeria en paro y a Colombia en porcentuado P.I.B.

Variaciones arriba o abajo, sonrisas más o menos forzadas, la triste realidad matemática llevará a Rajoy, por mucho que lo posponga, a meter mano a la tijera autonómica levantina. A ver si corta el patrón pronto. El contribuyente-votante se lo agradecerá.