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Publicado por
León

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La rueda de prensa ofrecida por el Gobierno el pasado viernes, escenificó de manera perfecta la imagen de un ejecutivo que si no ha arrojado la toalla dio toda la impresión de estar a punto de hacerlo. A falta de presidente que diera la cara, tras conocerse en la víspera el dramático dato de que 6.202.700 españoles están en el paro, tuvieron que ser la vicepresidenta Sáenz de Santamaría y los ministros de Economía y Hacienda, Luis de Guindos y Cristóbal Montoro, los encargados de anunciar urbi et orbi que cuando acabe la actual legislatura —si nadie lo remedia antes será en el 2015— habrá 700.000 personas más en paro que cuando el actual Gobierno llegó al poder hace ahora 17 meses.

Rajoy y el PP ganaron las elecciones por una cómoda mayoría absoluta en noviembre del 2011. Llegaron insuflando grandes dosis de esperanza de que con ellos en el poder se podría salir de la crisis económica que en su origen tenía raíces internacionales pero que se había visto agravada por las políticas de Zapatero. Contaban para ser creíbles en sus promesas, con el prestigio y la eficacia en la gestión que había caracterizado al PP en su anterior etapa en el Gobierno (de 1996 a 2004), con Aznar en la presidencia y con Rodrigo Rato al frente del equipo económico. Por eso, una inmensa mayoría de ciudadanos —casi once millones— les creyeron y les dieron su voto.

Pero transcurrido casi año y medio, los datos no pueden ser mas catastróficos para Rajoy y su Gobierno. El número de parados ha pasado de cinco millones cuando el PP llegó al poder a los 6.202.700 de la última EPA. Ante este panorama, el presidente del Gobierno no tiene otra ocurrencia que pedir paciencia a los españoles, añadiendo que el Ejecutivo «tiene las ideas claras, sabe a donde va y lo que hay que hacer». Una declaración de lo mas desafortunada por parte de quien tiene la máxima responsabilidad de liderar al país y a una sociedad tan castigada por la crisis.

La cuestión no es ya que de seguir así, Rajoy y el PP pederán las próximas elecciones. En la situación actual, eso es lo de menos. Lo de mas, es que si el presidente y el Gobierno no reaccionan —y los síntoma no son nada esperanzadores al respecto— arrastrarán a todo el país en su caída libre. Recuerdan al boxeador noqueado, con la mirada perdida, dando golpes al aire, que se agarra a su oponente o al árbitro con tal de no derrumbarse sobre la lona y que le cuenten hasta diez. De seguir así, a Rajoy no le salvará ni la campana.

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