Diario de León

CON VIENTO FRESCO

Pequeño comercio

Publicado por
JOSÉ A. BALBOA DE PAZ
León

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El Reino Unido se identifica con el liberalismo porque, al fin y al cabo, los principios económicos y políticos que lo inspiran nacieron allí con Smith, Malthus y Ricardo. La libertad de empresa, la competencia y la innovación tecnológica, a través de sucesivas crisis, transformaron el capitalismo competencial del siglo XIX en el gran capitalismo hoy dominante, caracterizado por el papel hegemónico del capital financiero, y porque el grande se come al chico, la competencia desaparece bajo monopolios más o menos encubiertos y el paro se ceba sobre trabajadores y pequeños comerciantes y empresarios arruinados. Sin embargo, las leyes y la cultura de cada país ponen límites y frenos a este proceso. Por ejemplo, en ese país cuna del liberalismo comprobaba la semana pasada, con cierta envidia, que al contrario que en España el pequeño comercio, al menos en la zona sur que visité (Brighton y alrededores), se mantiene con buena salud y las grandes superficies, que las habrá, no son tan visibles.

Cuando uno contempla la realidad de nuestro país la situación es muy diferente. Los pueblos, el mío por ejemplo, que contaba con numerosos comercios de todo tipo, lenta pero inexorablemente han ido desapareciendo en este último cuarto de siglo. Los que los regentaban, y de los que vivían con cierta holgura, vertebraban en gran parte la vida local, daban trabajo a algunos dependientes y, con sus compras, mantenían con vida otros muchos oficios artesanales y campesinos. Los pueblos como el mío vieron morir este pequeño comercio en favor de las modernas tiendas que se crearon en las ciudades cercanas, tal vez más competitivas, mejor surtidas, más a la moda. Luego vinieron las grandes superficies, algunos de aquellas tiendas aguantaron el tirón; pero la crisis de estos años está provocando su cierre masivo, como vemos con las de León y Ponferrada, que cuelgan en sus puertas los carteles de «se traspasa», «se vende», «liquidación por cierre». ¡Un desastre!

Determinadas políticas tienen mucho que ver con lo que está ocurriendo: permisibilidad excesiva para las grandes superficies, horarios comerciales demasiado flexibles, campañas agresivas de precios y publicitarias, etcétera. También, como reverso para el pequeño comercio, elevados costes laborales, rentas de locales especulativas, excesivos impuestos y tasas. Esto es cierto pero también todos somos un poco culpables porque, como nuevos ricos, hemos despreciado lo que teníamos, el pequeño comercio, la tienda de barrio, buscamos un trato más impersonal, rompimos con nuestras tradiciones aceptando formas comerciales foráneas. Reconstruir aquella cultura y aquel tejido es muy difícil, aunque ahora nos damos cuenta de que generaban muchos empleos directos e indirectos, creaban riqueza y vertebraban la vida de la comunidad. Quizá por eso deberíamos recuperar aquellas formas de vida y de trabajo, pues no todo el pasado ha de ser deshechado.

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