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Publicado por
José Antonio Lobato Peñín Profesor de Automoción y Delegado de CSI·F
León

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Salimos mi compañero y yo de la inauguración de las Jornadas de FP en el IES Giner de los Ríos, con los oídos rotos tras los discursos de varias personalidades, entre ellas, del director general de Formación Profesional, Enrique de la Torre. Se nos rompieron de tanto usarlos y de tanto zaherirlos con opiniones (muy bien dichas, hay que reconocerlo) e ideas dadas por universales por los miembros de la mesa de personalidades. Al llegar al sindicato (no sé todavía cómo salió el tema de Bruce Lee) mi compañero Carpintero me recordó lo mejor de Bruce Lee, los pseudodoblajes de Flo, sobre todo cuando ponía la voz agangosada y decía: «Por la gloria de mi madre que te vi a hacer la boa constrictor» y cuando se agachaba en actitud de lucha, sonaba una onomatopeya de ruidoso desinfle corporal. Así son las charlas sobre la FP últimamente: mucha pose y poca chicha.

Efectivamente: el futuro de la educación pasa por la FP; no descenderá el fracaso escolar sin la FP. El abandono temprano será terrible si no damos más importancia a la FP. «España sólo saldrá de la crisis si damos la importancia que se merece a la Educación y, dentro de ella, a la Formación Profesional». ¡De acuerdo!, pero y ahora ¿qué? Porque aunque al director general le disguste que se hable siempre de la FP de Alemania, Austria o Suiza, es inevitable fijar la vista allí, como cuando se habla de una educación de calidad es inevitable fijarnos en Finlandia. Pero el español medio, no ese 5% de súper ricos que ha engrosado sus riquezas en más de 18% desde el 2008, el ciudadano español corriente no podría siquiera pasar un trimestre en esos 3 países, pues experimentaría el mismo choque cultural que un esquimal en Copacabana.

En Alemania toda la educación y, especialmente la FP, está combinada, interrelacionada y cuidadosamente regulada. Por una parte, los empresarios no ponen pegas a la regulación, aceptan todas las cuestiones académicas, contribuyen a ellas y, cuando tienen que nombrar a un experto formador en cuestiones peculiarísimas de su empresa que compatibilice y amplíe el trabajo del profesor titular de la asignatura, escogen al más capacitado y con mejor currículo de forma transparente y objetiva. Fichar a su sobrino o al hijo del amigo se vería tan mal en Alemania como aquí no hacerlo.

Otra cosa interesante de Alemania es el gran esfuerzo inversor de los ayuntamientos y las propias empresas. Esfuerzo del que al final se resarcen, pues esos profesionales se quedarán en la localidad prestando servicios para los que han sido preparados. ¿Alguien se imagina el esfuerzo inversor de los ayuntamientos de León y Ponferrada (por decir dos de ellos) cuando sus ediles están desgañitándose por quitarse de vista las escuelas infantiles, las de música o las de deportes?

La sociedad alemana no padece ese tremendo prejuicio tan español de que a la FP sólo van los que no pueden ir a la Universidad. Tal vez porque desde la Segunda Guerra Mundial, la inserción profesional roza el 100% y siempre en los trabajos para los que han sido formados. En España, aparte de la demonización de la formación profesional en casi todas las leyes educativas, las familias creen que aunque se pueda encontrar trabajo más fácilmente en el mundo profesional, éste suele (repito, «suele») ser tan temporal, de tan mala calidad, con horarios inhumanos, sin conciliación familiar, sin sueldos dignos, sin protección laboral que mejor arriesgarse con el Alma Mater. La escasa ética profesional y un mercado de trabajo totalmente desequilibrado en contra del trabajador, hacen que todo el mundo desarrolle su labor profesional en puestos que requieren una cualificación inferior. Así, el grupo de licenciados universitarios desempeña tareas más propias de los técnicos superiores. Éstos, si es que llegan a trabajar, les cabría reservar los de los alumnos de Planes de Cualificación Profesional Inicial, los que salen de la clase de 3º de ESO para hacer asignaturas de carácter profesional más una amalgama de las académicas. Los salarios de todos ellos no suelen diferir mucho. Oscilan entre los 600 y los 1.000 euros en el mejor de los casos. Sr. de la Torre, ¡vaya a contarle esto a los alemanes!

Para que los posibles alumnos de FP se formen con ilusión y motivación es necesario solucionar estas cosas. Es imprescindible regular bien las cualificaciones profesionales y los puestos de trabajo que requieren con la titulación adecuada. Es necesaria, pues, una ética empresarial. También es urgente potenciar la inspección de trabajo para prevenir los casos de corrupción. Hay que regular con claridad cómo se va a escoger y contratar a los formadores de las empresas. Y es imprescindible una delimitación más generosa de las enseñanzas profesionales. Los currículos, tal como están hoy, con numerosas asignaturas nuevas, como el aprendizaje de idiomas, gestión de calidad, prevención de riesgos laborales y de técnicas de iniciativa emprendedora, no se pueden impartir en ciclos de dos años. Se necesitan muchos más profesores y un esfuerzo en la formación continua de éstos, porque las enseñanzas que imparten necesita de continua adaptación. Todo pasa por invertir más y mejor. Malos tiempos para enmendarse cuando durante los últimos años se ha reducido la inversión en Educación 5 décimas y eso que ya está 2 puntos por debajo de la media europea. Cuando las barbas de tu vecino veas pelar... Hace tiempo que en el País Vasco se comenzó a desarrollar una tímida FP Dual a la alemana. La experiencia duró poco y tuvieron que plegar velas y volver a lo conocido. ¿Por qué? Faltaba pasta para la FP. ¡Como siempre!