Diario de León

CON VIENTO FRESCO

Dios no comete errores

Publicado por
josé a. balboa de paz
León

Creado:

Actualizado:

El niño, con síndrome de Down, retrocede cuando el perro, un imponente Golden Retriever, se acerca meneando la cola. El animal no se desanima, lo vuelve a intentar; el niño recular de nuevo hasta que choca con la pared y no puede retroceder más. El perro se arrastra ante el niño, que está sentado con sus manitas protegiendo el cuerpo, le acerca el morro y le lame la cara; se tumba cuan largo es, se acurruca entre sus piernas, busca sus caricias; luego se levanta, le pone una pata, que es casi más larga que todo su cuerpo, sobre un hombro. Este, sin el menor asomo de miedo, acaricia su morro, pasa sus deditos sobre el pelo dorado, mientras el perro lo lame, lo besuquea. Hay complicidad entre ambos. La escena es emotiva y gratificante. El video, que alguien ha colgado en la red, termina con un texto sorprendente: God doesn’t make mistakes (Dios no comete errores).

No pude asistir al funeral de Alfredo, muerto la pasada semana en Cacabelos a la edad de sesenta años; pero me llegaron -y emocionaron- las sentidas palabras que su hermano Luis, religioso dominico, pronunció en la homilía. La vida de Alfredo, con todas sus servidumbres, fue un regalo de Dios a su familia. Así dijo y así lo sintió, a tenor de la ternura con que siempre lo trató, recibiendo como compensación una sonrisa ¡Fredo siempre sonreía! Luis puede decir, sin asomo de duda, que Dios no comete errores. Nadie mejor él, profesor de teología en Salamanca, sabe que el problema del mal, de las enfermedades, tiene en el pensamiento católico respuestas no siempre fáciles de aceptar desde el actual punto de vista antropológico. ¿Cómo un Dios bueno y omnipotente puede permitir el mal en el mundo? La teología cristiana desde sus orígenes hubo de hacer un enorme esfuerzo intelectual para contestar a este interrogante, con respuestas que no a todos convencen.

El mal existe y es un aldabonazo a nuestras conciencias para el que no siempre tenemos respuestas; pero a veces lo que creemos un mal no es más que la proyección de nuestros miedos a lo que desconocemos. La discapacidad de Alfredo muchos seguramente la consideran un mal; Luis y su familia la convirtieron en un bien, que los humanizó, los santificó, los hizo mejores. No son palabras, conocemos los hechos, lo hemos visto una y mil veces. Hace más de una década, Luis Lago dejó el convento de San Esteban de Salamanca, al que algún día ha de volver, para cuidar a su anciana madre, postrada hace años en una silla de ruedas, y a su hermano Alfredo totalmente desvalido. La dedicación y la ternura con la que siempre los ha tratado -he sido testigo muchas veces de ello- es una lección práctica de la mejor teología. Al final de la vida, decía san Juan de la Cruz, nos juzgarán del amor; y si hay amor, Dios no comete errores.

tracking