Diario de León

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Lo malo de la crisis no es la crisis propiamente dicha, lo malo es la incertidumbre. No saber cuando ni cómo vamos a salir de ella. Vaya uno a dónde vaya y hable con quien hable, es la desesperanzada reflexión que más se escucha en estos momentos.

Salvo los dirigentes del PP, obligados a ser prudentes y a dar por buenos los despejes de balón del Gobierno, el resto, descree de la eficacia de las medidas adoptadas por el trío Montoro-de Guindos-Bañez para reactivar la economía y crear empleo. Es verdad que hace un año el fantasma de un rescate directo flotaba el aire a modo de espada de Damocles, pero esa sombra, aunque reducida en su tamaño, aún no se ha desvanecido. Máxime si recordamos que la ayuda a la banca para evitar el hundimiento de las cajas de ahorro no deja de ser un rescate: 40.000 millones empleados de los 100.000 prestados. Dinero que hay que devolver.

Es verdad que mucho peor están en Portugal como hemos tenido ocasión de comprobar al repasar y comparar datos de situación, al hilo de la cumbre con nuestros vecinos portugueses, pero no es un consuelo. En realidad, el análisis de lo que viene acaeciendo en Portugal desde que pidió el rescate y la dirección de su economía fue asumida por los ejecutivos de la «troika», es para llevarse las manos a la cabeza. El país sigue en la UCI y el rasgo más llamativo que retratan las encuestas es el de la profunda desmoralización de los ciudadanos. Deprimidos y cada día más euroescépticos. Dos rasgos que, según, las encuestas, también se dan aquí.

La crisis y las formas y medidas tecnocráticas con las que Bruselas dirige la maniobra están en el origen del creciente rechazo a la UE que se detecta entre muchos ciudadanos que en el caso de España, hace unos años, votaron a favor de la Constitución europea. El «no es esto, no es esto» se deja oír cada vez más y en más sitios. Esta vez en relación con el proyecto europeo. La idea de una Europa como diseño político inspirado en el registro esencial de la solidaridad y el compromiso con los valores que forjaron los ideales del Estado del bienestar ha sido sustituida ante los ojos de todos. Es la economía la que manda sobre la política. Quienes crearon las condiciones que desembocaron en la crisis financiera no asumen su responsabilidad. Son otros los paganos de la crisis. De ahí la desmoralización, la incertidumbre y el desapego creciente hacia el ideal europeo que se escucha en boca de tantos. No me extraña que cada vez sea más fuerte el partido de los euroescépticos. Es una pena.

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