Diario de León
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CARLOS CARNICERO
León

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Son demasiados escándalos de corrupción y el peso de esas sombras en la opinión pública está conminando a la Justicia a tomar iniciativas ejemplarizantes. Hasta ahora se han abierto muchos sumarios relativos a las crisis de cajas de ahorros, al saqueo en forma de finiquitos de muchos dirigentes y a la gestión de activos y fusiones. Incluso el tema de las famosas «preferentes», un sistema de engaños basado en la falta de conocimientos de los clientes y otros asuntos relacionados con la gestión bancaria reclama soluciones judiciales urgentes.

El resultado de esas prácticas ha sido la inyección de un fondo de 60.000 millones de euros, en forma de créditos con garantía del Estado para evitar la quiebra de muchas instituciones financieras.

Es verdad que ya está en la cárcel el ex presidente de los empresarios españoles, por delitos económicos incluso anteriores al núcleo de esta crisis. Pero faltaba que la Justicia empezará a agilizar la rendición de cuentas de los golfos que han saqueado la economía de este país para vivir, ellos sí, por encima de sus posibilidades.

El ingreso en prisión de Miguel Blesa, decretado en su primera declaración ante el titular del juzgado de instrucción número 9 de Madrid, Elpidio José Silva, eludible bajo fianza de 2,5 millones de euros, es un síntoma de los nuevos tiempos que se avecinan. Es cierto que esta fianza, para una persona como Blesa, no significa un problema grave. Apenas tardó unas horas.

Tengo la impresión de que muchos jueces son conscientes de que el microscopio electrónico de una ciudadanía indignada está pendiente de sus decisiones. Y creo que hay un movimiento de purificación de la sociedad que no tardará en mandar al trullo a otros insignes reyes del pelotazo financiero.

La lista es larga. Algunos todavía están protegidos, como el empresario Felix Millet, que a todas luces goza de un trato de favor por su saqueo del Palau de la Música. Iñaki Urdangarín, Luis Bárcenas, consejeros y directivos de cajas quebradas o fusionadas, y una larga relación de cargos públicos acusados de una manera u otra de corrupción, debieran poner sus barbas a remojar al observar que los trajes de sastrería de Miguel Blesa no han impedido que haga una visita a prisión que no será la última. Probablemente, perdido el respeto a tantas instituciones, la Justicia se ha dado cuenta de que su prestigio pende de un hilo. Y no está nada mal que reaccionen poniendo la directa en unos procesos judiciales que reclaman ejemplaridad en la ciudadanía.

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