La deconstrucción de Benigna

Ala bienal de Venecia lleva España una deconstrucción de su propio pabellón. Seis toneladas de escombros con mezcla de hierro, hormigón, arena, vidrio, etc., que pretenden ser una reflexión sobre los numerosos estériles en los que asentamos nuestro sistema de vida actual. Lara Almarcegui, autora de esta experimentación artística (si es que puede denominarse así), busca llamar la atención con la ingente cantidad de residuos que generamos, mientras en otro lugar del planeta, Benigna, natural de Aira da Pedra, cumple 104 años rodeada de su familia y los últimos vecinos de esta aldea del municipio de Villafranca del Bierzo. A Benigna, la reflexión de Lara no le ocupará ni un minuto el día de su cumpleaños y eso que una parte de su biografía la habremos deconstruido con nuestra idea de progreso, que incluye menosprecio y descrédito para el mundo rural.

Con nuestra filosofía de ambigú, engendramos teoremas que nos permiten explicar la inferioridad e imperfecciones de la vida en los pueblos. Mientras algunos como Ramón Carnicer se preocuparon de dignificar sus valores, otros se unieron al sentimiento general que señalaba la condición de agricultor como algo vergonzoso y atrasado; que incluía para esas gentes la sensación de ser deficientes, de ser analfabetos necesitados de una educación reparadora (quizá con libros de letra pequeña, que diría Miguel Blesa) o de una cirugía plástica de modernidad ejecutada por los doctores del instituto Nóos. No creo que Benigna se haya sentido más insegura, ni desconfiada o depresiva como tantas personas en las grandes ciudades, atiborradas de neurosis y pastillas. El retrato vital de esas gentes de aquí y de allá (como las que inmortalizó Cunqueiro en sus obras), nos demuestra que mientras unos pocos viven en lugares donde pueden ser ellos mismos, donde se tiene una identidad clara, los demás pertenecemos a una comunidad que desconoce lo más elemental de nuestras biografías.

Hay personas que desde hace tiempo no comparten el descrédito de las gentes del mundo rural, dignificando sus costumbres y afanes; que apuestan por ubicar sus empresas en localidades pequeñas como Ambasmestas o Balboa, donde los quesos de cabra Veigadarte o los bizcochos de castañas de la Oricera, demuestran que en los pueblos ya no existe conciencia de inferioridad y que todo son beneficios secundarios. Ahora que Luis del Olmo vuelve a las ondas de Radio Nacional (donde empezó con Protagonistas ), sería deseable que nos ofreciera entrevistas de gentes como Benigna, para llegar a comprender mejor lo que es importante y lo que merece buscarse en la vida… Había que hacer algo.