EDITORIAL
La emergencia social no puede ser recortada
Agónica. Así es la situación en la que se encuentran la práctica totalidad de las personas que acuden a los servicios sociales. Gentes que nunca pensaron que ellos pudieran llegar a tener que pedir una ayuda no para poder vivir, sino para sobrevivir.
Personas que acuden a implorar ese apoyo cuando ya no les queda más remedio y que, ahora con la crisis económica más dura que se recuerda en años, muchas de las veces se encuentran con el no por respuesta.
El del bienestar siempre se ha dicho que es el cuarto pilar del Estado de Derecho. Así lo defendió el PSOE cuando gobernaba de la mano de José Luis Rodríguez Zapatero, impulsor de la Ley de Dependencia, y lo mismo hizo el Partido Popular, cuando llegó al Gobierno. Pero la realidad es que ese pilar comienza a desmoronarse porque no llega a todos los que lo necesitan.
No puede ser que una familia se quede sin tan siquiera ver tramitada su petición de ayuda porque mantiene deudas con la administración. ¿Acaso cree alguien que si tuviera posibilidades pediría? Es cierto que habrá quien trate de engañar parar cobrar lo que no le corresponde, pero esa no puede ser la excusa para frenar al resto. Se debe analizar cada caso, porque en la inmensa mayoría de ellos quien pide no lo hace por placer.
Es hora ya de que las administraciones defiendan como se debe ese estado del bienestar y que entiendan, de una vez, que la emergencia social no se puede recortar.