Verso libre

Tener un presidente así es todo un premio (lógicamente, no es Rajoy)... ese tipo sabe explicar, no hurta la respuesta comprometida, tiene claridad de vocabulario, una ironía muy precisa... y sin embargo, la gente llana le entiende a la primera (los listos, más; y le temen)... y se le cree porque, además, su honestidad está fuera de toda duda: ni amasa ni oculta.

Pero ese presidente sólo les tocó en suerte a los uruguayos... no hay otro parecido en la tómbola de mandatarios, así que no debemos confiar mucho en que pueda rifarse por aquí un gemelo o una copia, aunque fuera barata.

José Mujica Cardona es de los que, al nacer, les rompen el molde.

Está en la política, pero no engaña ni busca carrera (¡a sus años!, 76, y tirando del carro de Uruguay como presidente)... no tiene la cara de mentir del político profesional, se le notaría.

Le descubrí en un vídeo de hace unos años recibiendo un doctorado honoris causa (bromeándolo) y en su discurso no usó ni folios ni notas ni corbata y durante casi una hora, mirando a la cara, dejó atónito al auditorio con una relación preciosista y coloquial sobre la historia, la política, su propia biografía, América, la pobreza, el nacionalismo cerril... Su capacidad oratoria es admirable y nada usual, seduce (lo verás en la cantidad de cosa suya que hay en internet)...

Lo curioso es que su cara nos es tremendamente familiar, como muy española, quizá porque sus tatarabuelos eran un navarro y una cántabra, estirpe a la que finalmente se añadió lo italiano de su madre, Lucy Cardona, cuyo apellido gusta lucyr , aunque en esos lugares nunca se pone... y por si faltaba llaneza, le gusta que le digan Pepe.

El estilo de Mujica es inédito. La mucha gente que le votó hace tres años valoró al fin la sensatez del viejo que está «de vuelta»... y fue lejos el tío; de joven, hasta la frontera violenta y tupamara... pero tras tanto vivir, lo ve claro y, cuando lo cuenta, la gente se aclara y le fía. Es un tipo de tantos recursos en ideas y lenguaje, que uno no se cansa nunca se escucharle y se aprende... sobre todo, a escuchar. Y lo mágico: es el único presidente de nación que demuestra vivir con mil euros al mes.