Diario de León

LA SEMANA

La crisis erosiona la marca España

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campo vidal
León

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No hay hotel de ejecutivos en cualquier capital de América que no esté rebosante de empresarios y directivos españoles. A docenas. La crisis obliga a salir al exterior, por suerte, porque ya se dudaba de la autenticidad de la gesta de Colón, que por cierto era italiano aunque media docena de pueblos de España lo reclamen oriundo, y de los grandes descubridores y conquistadores españoles. Salvo en épocas de hambre o de represión política, en España, el que se puede quedar en su pueblo cómodamente, se queda.

Esta ofensiva exterior se nota positivamente en las exportaciones y la balanza de pagos. Pero aun necesitamos exportar más y para ello faltan técnicos bien formados. Las universidades españolas, con alguna excepción, aun plantean grados y másters sobre relaciones internacionales sin considerar el comercio, como si todos los licenciados fueran a trabajar de mayores en Naciones Unidas o en las embajadas, previo paso por la Escuela Diplomática.

También viajan los jóvenes a todas esas capitales aunque lleguen a casas de amigos y conocidos, pensiones y hoteles modestos, lo que se ve como una desgracia aquí, cuando no tiene porque serlo. Hay incluso manifestaciones de jóvenes que no se quieren ir por obligación. Están en su derecho pero en la sociedad hay dos lecturas: una muy conservadora porque la abundancia ha ido pareja con una sobreprotección de los hijos, que esos hijos no quieren perder. Nada parecido a la cultura norteamericana por la que a los veinte años, como máximo, los jóvenes se van de casa para aprender a vivir y buscarse el futuro. Otra lectura no ve tan mal esa salida de jóvenes al exterior porque, al fin y al cabo, es experiencia internacional y eso siempre forma. Habría que exceptuar el caso de los jóvenes investigadores que tienen que marcharse por los recortes en los planes de investigación y desarrollo. La pérdida de talento ahí es arriesgada y su regreso demasiado incierto.

En esa proyección exterior de las empresas españolas también hay opiniones contrapuestas: para el director de Internacional de una tecnológica cotizada, la crisis ha debilitado la marca España y nuestro interlocutor acaba por no exhibir la nacionalidad de su empresa. Para algunos directivos españoles, el que España sea una Monarquía es un factor diferencial positivo: «Si tuviéramos un presidente de república seria igual al de cualquier país, mientras que lo de enviar al Rey al exterior apoyando gestiones, marca la diferencia». Consultado Óscar Cabrera, presidente del BBVA en Colombia, confirma que también lo aprecia así. Eso es cierto, por tanto, en América y no solo en los países árabes.

Con todo, rey incluido, la marca España se ha visto erosionada por la crisis económica y por la política que se retransmite casi a diario en los medios internacionales. Por eso, que esta semana Mariano Rajoy recogiera en el Congreso el guante de Pérez Rubalcaba para intentar llegar a acuerdos en materia de empleo, pensiones y vivienda, ha sido una de las mejores noticias de los últimos meses. Es inconcebible que, con la profundidad de la crisis y las difíciles perspectivas, la incomunicación entre los dirigentes políticos y su falta de disposición a llegar a acuerdos que generen confianza, impida un pacto de estado, como en su día se firmaron los Pactos de la Moncloa.

Será por el agravamiento de las perspectivas económicas, o por la amenaza de que el bipartidismo se debilite en la próxima consulta, los dos grandes partidos parecen dispuestos a tocar una partitura compartida en algunas materias: incluir en esos acuerdos el apoyo al empleo de los jóvenes, el apoyo a los emprendedores y el refuerzo de la marca España, parece prioritario. A pactar de una vez.

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