EDITORIAL
El sindicalismo pierde a su último gran referente
Referente, luchador convencido, dialogante, conciliador, batallador y, sobre todo, sindicalista. Éstos y otros muchos son los adjetivos que ayer dedicaron a Fermín Carnero desde todos los ámbitos políticos, sindicales, empresariales y sociales.
La realidad es que con su muerte, Castilla y León pierde al que, con toda seguridad, ha sido el líder sindical más carismático de los últimos años. Y su biografía lo delata. Nacido en Gijón, Fermín Carnero siempre se sintió y ejerció de leonés, donde en plena Transición comenzó a dirigir el sindicato provincial hasta que en 1997 se alzó con la dirección autonómica.
Carnero estuvo presente en todos y cada uno de los escenarios políticos y económicos que se vivieron durante esos convulsos años en León y en el conjunto de la Comunidad autónoma, pero lo hizo desde la defensa del diálogo por encima de todo. Un carácter dialogante que, sin embargo, no le impidió ponerse el primero al frente de la huelga general contra un Gobierno socialista, con el que también fue senador, o en la defensa de la minería.
En estos momentos, en los que la gravedad de la crisis económica saca a la luz la falta de líderes que aglutinen y, sobre todo, que ejerzan ese liderazgo tan necesario en una sociedad tan desamparada, la figura de Fermín Carnero emerge aún con más fuerza, ahora que se ha ido.
Este sindicalista lideró una época de 30 años y ahora, con su muerte, el sindicalismo y la sociedad de Castilla y León pierden a uno de sus grandes referentes.