Diario de León

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Artur Mas, presidente de la Generalitat de Cataluña ha empezado a recular en su desnortada deriva separatista. Lo que hasta hace un par de meses presentaba como ineluctable: la convocatoria de un referéndum con arreglo a la ley o al margen de la ley ya no está tan claro. Apenas hace tres o cuatro ruedas de prensa, todavía se le llenaba la boca hablando del «derecho a decidir», el eufemismo acuñado para no hablar abiertamente de la independencia y todavía hace menos tiempo —fue la semana pasada— viajó a París para en un acto de deslealtad sin precedentes a intentar (sin éxito) entrevistarse con el ministro galo de Defensa.

La política es tornadiza, cambia o se adapta según las circunstancias, pero hay cambios y cambios. ¿Qué ha pasado en los últimos días para que Mas haya decidido cambiar su papel de Moisés camino del Monte Nebo, frontera de la Tierra Prometida? ¿Por qué el martes, en su última aparición pública, parecía haberle robado el discurso a Durán Lleida, el socio al que venía ninguneando? ¿Qué le ha empujado a pasar de comprometerse a convocar la consulta (caiga quien caiga) a decir que tiene intención de agotar la legislatura? No es un misterio: es una encuesta. Mejor dicho, varias y todas ellas coincidentes. Alguna se ha publicado en la prensa barcelonesa —nada sospechosa de animadversión a CiU—, y otras encargadas para el consumo interno de los responsables actuales del Govern de la Generalitat . Es la clave. La clave del aparatoso declive de Convergencia en la intención de voto.

Tan aparatoso como que en todos los sondeos pasa de ocupar la primera posición a la segunda y muy por detrás de Esquerra Republicana. ERC le saca entre diez y doce escaños a CiU, lo cual equivale a decir que en intención de voto la coalición habría perdido más de 20 escaños, en menos de un año, desde que Artur Mas cometió un error de libro al analizar el significado de la multitudinaria manifestación del 11 de Septiembre (que la propia «Generalitat» se había encargado de animar y financiar) y decidió convocar elecciones. Perdió diez escaños cuando su objetivo era la mayoría. Ahora el gobierno que preside, ni tiene Presupuesto. Las encuestas también dicen que son muchos los simpatizantes de CiU que no quieren seguir a Mas en la aventura separatista y ya no lo disimulan. Luego está la otra cara de la cuestión. La cara que se le ha quedado a Mas al comprobar que le ha hecho el trabajo político a ERC. Mas está reculando pero no hace falta ser profeta para avizorar que, políticamente hablando, está más que liquidado.

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