Se impone el relevo generacional

Cada vez son más las voces que se alzan afirmando, que esta crisis debe cambiar nuestra forma de pensar y actuar de forma radical. El éxito vendrá de la combinación perfecta entre los valores imperecederos y tradicionales, con todos los avances que el progreso pone en nuestras manos.

Nuestro día a día se mueve en un mar tempestuoso, que arrecia o se calma, pero en ningún momento se encuentra tranquilo. Casi sin darnos cuenta, nuestra lucha por la supervivencia va provocando cambios, que aunque casi imperceptibles, son de enorme calado.

Todas las crisis, sin excepción, son épocas de cambios y oportunidades. No obstante la que estamos viviendo no tiene una hoja de ruta marcada, dado que no se parece en nada a ninguna de las anteriores, lo que provoca que el camino se vaya haciendo, con la toma de decisiones diaria. ¿Cómo es posible que hayamos llegado a una situación tan desesperada? ¿Dónde estaban esas mentes privilegiadas y esos grandes profesionales que deberían haber impedido esta situación?

Muchos ciudadanos se hacen estas preguntas, junto con otras muchas, al tiempo que intentan llegar al final de cada día, luchando por sobrevivir al presente y garantizarse un futuro. Las respuestas no son fáciles, porque ha habido demasiados errores de comportamiento colectivos, durante demasiado tiempo. La conclusión a la que han llegado la gran mayoría de las personas, con total certeza, es que han fallado estrepitosamente los valores sobre los que hemos construido la sociedad, tanto desde el punto de vista económico, como social, en su conjunto. ¿Alguien cree que si una persona no es honesta en su vida personal, lo será en asuntos económicos o políticos? Si el esfuerzo, la honestidad, la transparencia, el respeto o la responsabilidad no se aprenden desde pequeños ¿cómo vamos a esperar que de adultos lo apliquen a su vida personal o profesional? Al contrario, todos sus esfuerzos, talentos y conocimientos técnicos se aplicarán en beneficio propio, sin reparar en los medios, ni los daños que se puedan causar alrededor. Ahí encontramos la razón a las conductas de determinados políticos, financieros, periodistas, funcionarios, empresarios, educadores etc… que hoy son un escándalo, por lo numerosos que han sido y el daño que han causado, o que siguen causando.

¿Qué ha fallado? Por encima de todo, la educación en los valores esenciales. Empezando por la propia familia, pasando por los centros educativos y llegando de forma generalizada, al conjunto de la sociedad. ¿Cómo saldremos de esta situación? Aprendiendo de los errores, volviendo a poner los valores como pilar central en la educación de nuestros niños y jóvenes, para que puedan actuar como adultos responsables. Mientras eso sucede, tenemos la obligación de luchar por mejorar nosotros mismos, con independencia de lo que hagan los demás. Se impone un cambio de mentalidad, que posiblemente cueste más, en las personas con una mentalidad menos flexible, bien sea por su edad o por su educación.

Por eso hablamos de décadas, para ver los frutos de los sacrificios y cambios que estamos haciendo, en todos los órdenes de nuestra sociedad y nuestras vidas. El relevo generacional, normal en la existencia humana, ahora se hace imprescindible para el liderazgo de los cambios que necesitamos. La experiencia y la edad, deberán convivir con las nuevas iniciativas y modos de trabajar, que impondrán las nuevas generaciones, para irse dando paso gradualmente, en un proceso irreversible. No adaptarse a los cambios, o introducir innovaciones y proyectos nuevos, de forma precipitada o alocada, no tendrán ningún futuro.