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León

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Ve usted la botella medio llena o, ay, medio vacía? Jiménez Lozano y Luis Mateo Díez han charlado en Ávila, dentro de un ciclo de conversaciones entre premios de las Letras, organizado por la Junta de Castilla y León. Coincidieron en ensalzar al optimismo frente a la fuerza paralizante de su reverso, es decir, del pesimismo. ¿Hay razones hoy para ser optimistas? Ignoro si nuestro paisano es creyente; de Jiménez Lozano no cabe preguntarlo, pues su obra lo refleja. Para los católicos el optimismo está vinculado a la esperanza. Creen que un día irrumpirán los Cuatro Jinetes del Apocalipsis, pero también que luego escampará. No son ingenuos, sino personas que creen en los finales felices, aunque para llegar a estos haya que pasar antes por los capítulos cuarto, séptimo y undécimo que, expresado en castizo, suelen ser tela marinera. Se agradece la proclamación de Lozano y de Mateo Díez, cuando hoy lo previsible es ponerle a la crisis mueca existencialista. El optimista no desconoce la realidad, la interpreta sin sentirse condicionado por ella. Todo esto adquiere su más honda significación cuando es expresado por personas con experiencia del dolor, y doy por hecho que ambos escritores la tienen. El optimista innato, por ser de genes guasones, resulta indispensable para animar un guateque, pero preferimos al que su actitud positiva es consecuencia de la voluntad de no dejarse doblegar la sonrisa, ni siquiera por las desgracias. El pesimista concluye: el ser humano es una porquería. Y el optimista; vale, lo es, salvo mi familia, mis amigos, el Real Madrid, la vaquera de la Finojosa, Espinete, la tripulación del Enterprise, … y finalmente se incluye a él mismo, no por vanidad, sino porque está convencido de ello.

En Léon ¿tenemos motivos para ver la botella más llena que vacía? Fulano está feliz porque le ha tocado la lotería, motivo objetivo para estarlo. Lo está, no hay más que ver cómo baila la conga de Jalisco y descorcha botellas de champrada, pero ¿lo es? El mejor optimismo no se rige por motivos, sino por convicciones.

Ya, pero ¿usted ve la botella medio llena o medio vacía? La veo rota. Pero no importa, aún quedan muchas en la bodega. Sí, podemos llamarlo optimismo. O casi.

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