Diario de León
Publicado por
PEDRO TRAPIELLO
León

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Tal cual lo dijo el papa Francisco en el encuentro que mantuvo hace diez días con la confederación de religiosos latinoamericanos: “ En la curia (Vaticano) hay gente santa, de verdad, hay gente santa. Pero también hay una corriente de corrupción, también la hay, es verdad. Se habla del ‘lobby gay’, y es verdad, está ahí, hay que ver qué podemos hacer ”...

Valiente actitud.

Caliente patata.

No dice nada que no se supiera, nada que al anterior papa no hubiera mandado confirmar y nada que sea pecado nuevo en una curia que desde tiempos inmemoriales viene escandalizando a los sencillos de corazón con sus alardes de riqueza, hipocresía pecadora y modos palaciegos... el de Asís abrazó precisamente la pobreza mendicante como los shadus hinduístas y se vistió de arpillera para denunciar proféticamente las sedas de una iglesia opulenta, poderosa y corrompida.

A Ratzinger le abrumó saber todo esto. Los tres cardenales a los que encomendó las averiguaciones (comandados por un español) no le mintieron, ni maquillaron la realidad. Debió abatirse, se sintió impotente e instruyó su dimisión. Las pruebas eran irrefutables y se le dobló la entereza al papa Benedicto ante la evidencia de una «corriente de corrupción» que empezaba en la banca vaticana (lavadora de dineros guarros) y seguía en el lecho secreto de la mariconería purpurada con mancebos que les traían a San Pedro o iban a buscarlos por los antros de Roma, santuarios del beso negro.

Terrible evidencia.

Un lobby es un colectivo de intereses que ejerce presión o influencia. Y un lobby gay no es más que mafia ros a, poder oculto y activo unido por su condición sexual, que en el caso de cardenales o eclesiásticos parece especialmente inconcebible... ¿y cómo podrá un solo papa corregir una perversión tan secularmente enhebrada en la compleja máquina de la gobernación vaticana?... merece este papa el apoyo y reconocimiento a su valentía... enfrente tiene a lo que popularmente se le llama el Opus Gay ... y al fondo, un temor: «Puros-puros, los habanos; y fieles-fieles, los difuntos».

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