Diario de León

SEGURIDAD Y DERECHOS HUMANOS por ARTURO PEREIRA

Oiga… ¿Vaticano?... Sí ¿qué puedo hacer por usted?

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El título del presente artículo es una forma de resumir los múltiples requerimientos que recibe el Estado del Vaticano para que realice labores de mediación en conflictos de toda índole.

En unos tiempos como los actuales donde la mediación como instrumento para resolver los conflictos se ha puesto de moda, el Vaticano puede aportar mucho y bueno en este sentido. Esta reflexión se me ocurrió al ver los numerosos libros referidos al Vaticano que se encuentran en los escaparates de las librerías. Ciertamente no son libros con títulos nada favorables al prestigio del mismo. Los cuervos del Vaticano, o Los secretos del Vaticano son dos de los últimos «aparecidos». Ciertamente, este último título, Los secretos de Vaticano aparece repetido en numerosas ocasiones, algunas hasta son ediciones antiguas de nueva edición. Ante esto, uno se pregunta: ¿tantos secretos tiene el Vaticano?

Veamos: El Vaticano es un Estado y por lo tanto un «actor internacional» o lo que es lo mismo, un sujeto de derecho internacional que ejerce su soberanía dentro de la comunidad de Estados, y sometido por lo tanto a las reglas de la diplomacia que acarrean unas obligaciones y unos derechos. Ejerce su soberanía sobre su territorio, más bien escaso y su población, más bien escasa también. Finalmente, tiene un jefe de Estado que es, lógicamente, el Santo Padre.

Pero el ser Estado supone que tiene además una maquinaria administrativa, un ejército, bueno simbólico, la Guardia Suiza, e incluso un servicio secreto. Todo esto en un Estado normal, se entendería como normal, pero estamos haciendo referencia al Estado más singular de todos los posibles. Esta singularidad tiene su origen en que su jefe de Estado, el Sumo Pontífice , es el representante de Dios en la tierra para una gran parte de la población mundial. A partir de aquí comienzan a mezclarse asuntos, y aquellos que pretender ver siempre lo negativo de las cosas de la vida, no entienden qué objetivo tiene esta mezcla del ámbito temporal con el espiritual.

Incluso algunos, aprovechándose de que los estados están regidos por personas, con sus debilidades y errores, aprovechan para disparar directamente sobre los pilares de la tierra del Vaticano. Hojeando los libros a los que he hecho referencia y alguno más, no hay lugar en los mismos para la misericordia para con sus gestores o al menos parte de ellos.

Desde el banquero Marcinkus, al que se le considera el ladrón que surgió del frío (por su origen), relaciones con la Mafia, Logia P2, rivalidades con el gobierno italiano, hasta el cardenal Bertone o el mayordomo del Papa, por citar algunas de las referencias más socorridas y que se repiten de forma permanente en la bibliografía, nos encontramos ante lo que se podría concluir como un Estado gamberro que diría el expresidente estadounidense Bush hijo.

Frente a esto, se puede afirmar que el Vaticano realiza una labor discreta y eficaz que contribuye de forma definitiva al entendimiento entre los Estados y personas.

Veamos ejemplos. El Papa Pío XII ha sido definido por alguno de sus críticos como «el Papa de Hitler» por no haber hecho lo suficiente durante la II Guerra Mundial por los judíos, hermanos de fe como los definió Juan Pablo II. Bien, frente a ello, el rabino David Dalin en su libro El mito del Papa de Hitler lo ha definido como un Papa de tradición filosemita y fiel amigo del pueblo judío, quienes lo nieguen, negarán la historia y, lo que es peor, proporcionarán una excusa para el auténtico mal antisemita de nuestro tiempo.

En 1973 fueron los servicios secretos del Vaticano junto con los Israelíes quienes abortaron un intento de asesinar a la entonces presidenta de Israel Golda Meir cuando visitaba al Papa Pablo VI, por parte del grupo terrorista palestino Septiembre Negro, en un intento de desestabilizar a la comunidad internacional y evitar que Israel estableciera relaciones diplomáticas con el Vaticano que tanto han servido posteriormente para aproximar posturas en el conflicto de Oriente Medio.

Incluso ETA, más recientemente, recurrió al Vaticano solicitando su mediación con el Gobierno español, en lo que ellos entienden como conflicto vasco y que todos tenemos un nombre más preciso que es de terrorismo. Hay que decir que el Vaticano tras consultar con el Gobierno español y líderes de la entonces oposición del Partido Popular, decidió no intervenir.

Estas cuestiones, diferentes a todo lo que resulta oscuro y negativo sobre el Vaticano, están empezando a salir a la luz por parte de algunos autores que parecen tener un poco más de información que los socorridos escándalos. Para ayudar y poder hacer por los demás, que es uno de los principios de cristianismo, se necesitan instrumentos terrenales y personas de buena voluntad.

El Vaticano no es intrínsicamente perverso, ni siquiera una aberración jurídica en el derecho internacional, sí es singular y doy por supuesto que la inmensa mayoría de sus fieles servidores realizan su misión con devoción y vocación, a veces con errores, graves errores y con la conciencia de que serán juzgados por la justicia humana y la divina en su caso como creyentes.

Quizás en el Vaticano, no todo sea tan maligno y oscuro como algunos desde su libertad de pensamiento entienden, a lo mejor lo único absolutamente negro sean las sotanas de los sacerdotes y sus zapatos, que no tradicionalmente los del Santo Padre que eran atractivamente rojos.

De momento ya sabemos que la conversación telefónica que da título a este artículo ha tenido lugar en múltiples ocasiones y en el Vaticano hay voluntad de seguir estando a disposición de la paz e intentar arreglar entuertos.

Bibliografía: El mito del Papa de Hitler. Autor: Rabino David G. Dalin. Editorial Ciudadela.

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