EL BAILE DEL AHORCADO
Panpringao
Que León es un lugar en el que nada es lo que parece quedó muy claro este fin de semana. No voy con los tiempos, pero yo solo me he desfasado una semana. Los hay que se han perdido varios siglos, como la corporación de Astorga que, de tanto encorvar la cerviz, ha regresado a tiempos medievales. ¡Vaya espectáculo! No se veía nada igual desde que Piqué genuflexionaba la cabeza ante Bush. Y mira que a los maragatos les gusta disfrazarse, de romanos y de gabachos, y recrear la historia y recordar que la suya es principal, vehicular, transversal, universal y más allá. Por eso llama la atención que de imperialis se pase a vulgaris o ridiculus , que para recibir a Pilar-Paloma se pongan como si se estuviera celebrando un halloween dieciochesco.
Estoy segura de que los marqueses lo pasaron fatal con la coreografía chusca que les montaron en el salón de plenos, pero como son muy educados se comportaron con dignidad, aceptando todo el rendebuz con el que les atosigaron la alcaldesa y adjuntos.
Les pusieron en tronitos como si fueran dos piezas de museo, les hicieron discursos y les pasearon por la ciudad. Me contaba un día José Luis Puerto que todo este lío de reyes, notables y tal es algo muy totémico. «En algunas culturas, no dejan que los pies del rey toquen el suelo y si algo malo les ocurre a los habitantes de la aldea, le sacrifican». Desconozco qué estaría pensando Victorina cuando comenzó a pergeñar el homenaje, pero los pies de los marqueses no llegaban al suelo y más que grandes de España —desconozco si lo son porque no estoy puesta en la Diputación de la Nobleza—, Pilar-Paloma y Francisco parecían el cordero sacrificial.
Doña Victorina también se vistió, de maja. No sé muy bien qué papel quiso jugar la alcaldesa en toda esta astracanada, pero sólo le faltó colocar a estos dos señores bajo palio y hacerles procesionar.
Hay que tener un poco más de decoro, un poco más de respeto a la gente, no dejarse arrebatar por la petulancia y darse cuenta de que si los reyes abolieron la corte, una alcadesa, aunque sea bimilenaria, no tiene por qué resucitarla. Ayer, la Unesco otorgó a las Cortes de Alfonso IX el título de Memoria del Mundo. Conviene recordarlo: ««Señor, nos, que somos tanto como vos, pero juntos más que vos»... Qué ridículo, Victorina, qué esperpento. Y eso que eres ¿socialista?