La opinión del lector

Cabos sueltos

Acostumbrados al inefable y popular Fernández con vocación de calle, le sucede en el liderato socialista urbano, su ínclito amigo enfundado en chaqué de lujo y corbata de seda poco acorde con las reacciones sediciosas habidas desde sus comienzos, dentro del partido. No aprenden. Fija la vista en lo negativo, radical, fuera de la moda y ambiente necesario a seguir.

Tras la no identificación reciente con Fernández, Díez asentado en el mando, con el olvido de la Ley igualitaria del imperio Zapatero en el reparto de prebendas y ocupaciones municipales, sorprende la paradoja de sus propuestas de corte transversal. Llama a algunos próceres en situación de excedencia obligada. Un poco deprisa tal vez en apilar nombres de curriculum casi enmohecido, olvidados por el presidente y con ello algo bueno ha hecho: refrescar la memoria de compañeros con nombres nostálgicos, y acciones de agradecer y otras para olvidar. Se precisa memoria.

Los socialistas, un poco dolidos y rencorosos con el resultado de las urnas, siguen dando palos al aire al alcalde de la urbe, sin memorizar los contextos de la labor municipal. No se miran en espejo propio. Había una vez un tuerto, a quien le preguntaron si era bizco y respondió. No, es que tengo un ojo bonito y el otro le mira. No será su caso, ¿Sr. Díez? Pues se hace difícil recurriendo a Zapatero, hallar una democracia más negativa que el largo currículo socialista sin excepciones.