Sólo para hombres

Hay que alegrarse mucho de que el temible Ministerio de Hacienda no haya encontrado un solo indicio contra la Infanta, pero hay que alegrarse aún más de que no los haya buscado. Debemos preocuparnos por los asuntos mayores y no perder el tiempo, que apremia, en cosas archisabidas y olvidadas.

Aquí pasó lo de siempre, o sea, lo que les pasa a los mismos, y estamos atosigados con la reforma de la administración. ¿Por qué meterse en las administraciones privadas cuando Rajoy y Rubalcaba, que han formado el nuevo dúo dinámico, pactan un frente común contra el FMI? Si eliminamos a los burócratas más inútiles, los ciudadanos de a pie no tendremos que seguir andando de rodillas. Podemos ahorrar hasta 37.700 millones de euros, que es bastante más que lo que ingresaron los duques de Palma con facturas falsas según el informe de la Agencia Tributaria.

Hay que dejarse de minucias, ya que estamos en un lío muy gordo.

Las autonomías, que siguen siendo necesarias, han declarado la guerra a la llamada ‘reforma Soraya’. Unas creen que es un desatino y otras que representan el triunfo de la «derechona», pero todas coinciden en una cosa: que el Gobierno no debe meterse en lo que sí le importa. A lo que tenemos que dedicarnos es a contrarrestar el descontento, que sigue sumando adeptos sonoros. La gente, en vez de resignarse, abuchea hasta en el Teatro Real y no deja oír a Teresa Berganza al ver al ministro Wert en un palco.

Cuando yo era niño, allá por el Pleistoceno, una caseta de la feria anunciaba un espectáculo «sólo para hombres». Dentro había un hacha y varios troncos. Ahora serviría ese cuartel para la Justicia, que atribuye en exclusiva los delitos fiscales de Nóos y la patronal Aizoon a Iñaki UrdangarÍn y a Diego Torres. Una pareja ideal para cargarla con todas las culpas.

Se sospecha que se llevaron lo que no era suyo, pero se sabe que se llevaban muy bien. Su galantería inversa les obliga a pasar los primeros a la cárcel. Perdón, señoras. Hasta pronto,