Diario de León

TRIBUNA

Selectividad y carreras en la Universidad

Publicado por
isabel cantón Catedrática de didáctica de la universidad de león
León

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La finalización de la selectividad, un año más, nos muestra que esta prueba de acceso a la Universidad, por su estructura y configuración, lo difícil es no superarla. Con un 92% de aprobados en la misma, cabe preguntarse si sirve para algo, si tiene algún sentido destinar recursos humanos, materiales y emocionales a algo que no discrimina, ni estimula y consigue grandes niveles de frustración. La propuesta ministerial de volver a las reválidas dentro de los centros de Secundaria parece bastante más razonable, ya que produce menos ansiedad, es más económica y, sobre todo, es más justa. Es claro que «algo» tiene que filtrar a los mejores y que el acceso a la Universidad es una de las bisagras del sistema educativo que más chirrían, por lo que la necesidad de lubricarlas parece evidente.

Con todo, hay que señalar que España tiene menores tasas de entrada en la Universidad de los jóvenes de 18 años que la mayoría de los países desarrollados. En los últimos años se ha mejorado y se sitúa en un 46,1%, pero en muchos países desarrollados esta tasa supera el 60%. Por lo tanto, no tenemos una universidad elitista, sino popular y con grandes dificultades de acomodo por especialidades.

Lo comprobamos en los excesos permanentes de peticiones de acceso y saturación en carreras como Medicina y de falta de candidatos en carreras experimentales. Algunos datos publicados avalan esta tendencia: las ciencias experimentales han perdido más de un 30% de alumnos en España desde 1997. Las más afectadas son Química, Matemáticas y Física, que se están desangrando hasta casi desaparecer de algunas universidades. Matemáticas ha perdido casi la mitad de alumnos desde 1998. En Química, sólo algunas universidades consiguen cubrir la mitad de las plazas que ofertan. Físicas ha perdido un 50% de alumnos en 20 años. Esta tendencia se extiende también a América Latina. Según las cifras de la Organización de Estados Iberoamericanos casi el 60% de los estudiantes universitarios en América Latina estudia alguna carrera humanista, y sólo un 15% lo hace en carreras científicas y tecnológicas.

Destaca el caso de Argentina, donde hay tres psicólogos por cada ingeniero, y de México, donde hay tres estudiantes de Historia por cada uno de informática. Algunos achacan el motivo de estos desajustes a que la ciencia no se vende bien, a que ha perdido la capacidad de fascinar y atraer. En España las solicitudes para Ciencias Sociales abarcan más de la mitad del alumnado, con un 51%, y saturan algunas titulaciones, mientras otras, como las citadas, no cubren siquiera la oferta. En todo caso los estudios cursados ayudan a encontrar empleo: Tener una diplomatura en lugar de estudios primarios aumenta la probabilidad de estar ocupado en 23 puntos porcentuales, y ser licenciado o graduado, en 25 puntos. Los estudios cursados también influyen en el mercado laboral: los titulados en Ciencias de la Salud poseen mejores oportunidades de empleo y los de Humanidades tienen desventajas. Ello refleja mucha rigidez organizativa y escasa capacidad de adaptación de las universidades para cubrir las necesidades de la sociedad.

Los indicadores de rendimiento educativo universitario señalan un bajo aprovechamiento de los recursos: el porcentaje de titulados sobre ingresados es del 80%; ello con repeticiones y mayor duración de los estudios de la establecida para cada titulación. En las universidades públicas los estudiantes dejan de presentarse a casi uno de cada cinco exámenes. De los presentados aprueban tres de cada cuatro, por lo que entre ellos se recomienda la perseverancia. A ello se une una alta tasa de abandono escolar del 30%, un gran desequilibrio entre la formación recibida y el empleo al que optan los titulados, unos niveles de movilidad e internacionalización reducidos, unos sistemas imperfectos de selección de los docentes, y bajas relaciones con el mundo empresarial. Para la mejora del rendimiento, según expertos de la Universidad de Glasgow, se señala la necesidad de dotar de competencias para el estudio y la alfabetización informática, el apoyo individual al estudiante para fomentar su compromiso con el estudio, implicar a varios profesores en las propuestas de apoyo educativo, mirar la empleabilidad de lo estudiado, compartir y cooperar con otros profesores para lograr mayores niveles de éxito, sobre todo en el primer año. En cuanto al sistema de selección del profesorado universitario, aunque ha mejorado notablemente desde la implantación de la acreditación nacional por la Aneca, se han detectado notables fisuras para burlar o engañar con respecto a los componentes de esa evaluación, amén de las estrategias protectoras de las autonomías, con nuevas figuras de profesorado para evitar esa selección nacional para sus territorios. En formación académica, básica y requerible para el acceso, se detectan títulos adquiridos en otros países que tienen convenio con España y cuya dificultad para conseguirlos es menor (Medicina, fundamentalmente), lo que hace que titulados fuera consigan antes un puesto de trabajo, al homologar automáticamente su título.

En investigación, el sistema de pago en el extranjero por publicaciones que no superan los estándares de calidad establecidos en España para conseguir la acreditación, es más que un dato constante; la firma de muchos artículos realizados en equipo, dirigidos por un prestigioso investigador, enmascara la inoperancia de personas que individualmente nunca conseguirían una publicación en su trabajo investigador. A ello se une la existencia en muchas áreas de conocimiento de estrategias de apoyo basadas en clanes para que los adheridos consigan por cooptación lo que no conseguirían nunca por méritos individuales. Además, cuando se ha conseguido una plaza estable, menos de la mitad del profesorado universitario realiza actividades de investigación. Quienes sí las hacen tienen gran relieve ya que la producción científica española en el mundo supera ampliamente el de nuestras exportaciones de bienes y servicios. El reconocimiento a esta labor investigadora por las Administraciones por medio de los sexenios también es muy mejorable. Al respecto, el Informe Mackenzie de 2009 señala que: «El techo de todo sistema educativo, es la calidad de sus docentes». Por todo ello concluimos con Rafael Pujol, Catedrático de la Universidad Complutense y Vicepresidente de la Fundación IE, que el sistema universitario español, fundamental para el desarrollo del capital humano, el crecimiento y la innovación en nuestro país, requiere un profundo cambio con el fin de mejorar su eficiencia.

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