Holocáustico

Habría que empezar a investigar ya si existe verdaderamente alguna conjura de corte regional o más bien nacional para transformar a un diminuto territorio de la provincia de León, caracterizado siempre por su carácter altamente emprendedor —casi lo mismo que por su habilidad para la captación de la subvención institucional— en el colosal museo histórico de la tremenda crisis que comenzó a arrasar el país en el 2008. Entonces tal vez el único porvenir de las generaciones que resistan al éxodo provocado por el paro y el desmantelamiento de todo el andamiaje público y privado en el Bierzo sea convertirse en guías de un recorrido por los hitos del holocausto que el Gobierno Rajoy está desencadenando sobre la única comarca legalmente reconocida en toda Castilla y León. La diabólica debacle parece no encontrar su punto final como lo demuestra la inclusión de la disolución del proyecto de la Ciudad de la Energía en el puto listado de la Cora (Comisión para la Reforma de las Administraciones Públicas) que avala la pequeña pero nociva Soraya Saenz de Santamaría, unida indiscriminadamente al pelotón de los fusileros de la provincia, con Soria y Pastor hasta ahora cebados en la masacre de la industria carbonera y de los grandes proyectos de infraestructuras.

A una comisión de expertos —como los de la Cora— habría que encargar ya sobre el terreno la evaluación de las fórmulas que proponen ellos para que puedan seguir subsistiendo miles de familias a las que se les aboca a la desesperación no ya de no tener un pedazo de pan que llevarse a la boca, sino a la amargura de la angustia demencial de no saber cuál será el futuro a muy corto plazo —lo que dure el subsidio de desempleo— qué será de sus hijos y aún de sus nietos. Tal vez no lo sepamos todavía, pero alguien en algún despacho de La Moncloa ya ha trazado un plan para convertir algún territorio en un laboratorio mengeliano para el experimento de ensayos clínico-políticos sobre los efectos de la austeridad integral. Las ratas de los cargos autóctonos que prometieron representarnos desde luego están respondiendo magníficamente a las pruebas, bien engrasadas sus cuentas corrientes. Lo que no se adivina todavía es por dónde saldrán de esta asfixia los ciudadanos, sabedores cada día con más nitidez que están siendo empujados a la cámara de gas. Con un millón, señor Herrera, no hacemos casi nada.