Diario de León

DESDE MI PALOMAR por JOSÉ LUIS PRADA

¿Nueva cocina?...¿?¿?

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León

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Jueves, 6 de la mañana, no hace frÍo, sentado debajo del pequeño porche del palomar estoy dándole vueltas a una noticia que el otro día me cogió por sorpresa y que hoy voy a comentar… porque, al fin y al cabo, corrobora lo que llevo opinando sobre el tema desde hace años… El problema es que todos los pájaros de la provincia están cantando a mi alrededor. No, no me molestan, al contrario, me hacen ver que es una pena el no aprovechar las primerísimas horas de la mañana para ver aparecer el sol, para respirar el frescor de la hierba húmeda y disfrutar del olor peculiar de la flor de los castaños. ¿No lo habéis sentido alguna vez?... merece la pena… hay cosas que tenemos al alcance de la mano que, por cotidianas y porque no cuestan nada, siempre las obviamos, mejor dicho, no nos enteramos, las dejamos pasar… Desde luego es una pena no aprovechar el disfrute sencillo y el gozo placentero del amanecer en cualquiera de los «mil pueblos» que siguen estando ahí aguantando y que aún, a pesar de todos los pesares, están al alcance de todos y que encima no nos piden nada o muy poco a cambio… La noticia que llamó mi atención era que cerraban el restaurante Can Fabes, del emblemático cocinero Santi Santamaría, ya fallecido. La noticia en sí, es una más del sinnúmero de cierres de establecimientos de todo tipo a lo largo de estos años… pero para mí no hace más que confirmar la idea que tenía y tengo, desde siempre, de esa emblemática dicen… «Nueva cocina»… pero que como siempre me pasa no podía manifestar ni defender so pena de que te señalaran de retrógrado y de reaccionario.

Siempre creí que el visitar, ver y sentir esos restaurantes de nueva cocina era interesante como experiencia, para así tener base para hablar y dar tu opinión y parecer sobre un tema tan en boga durante estos últimos años de falsa y fatua abundancia… Yo no soy quien para hacer una crítica demoledora sobre esa cocina, porque no dejo de reconocer que con sus experimentos, con su búsqueda de innovar y de crear nuevos platos y sensaciones han, mejor dicho, contribuyen y aportan unas técnicas que le vienen bien a la cocina tradicional… eso es incuestionable… Lo que yo siempre puse en tela de juicio es el «abandono» que se ha hecho de esa cocina… en aras a ofrecer platos muy, muy preparados y «trabajados», con una estética y belleza encomiable… casi dando a entender que eran obras de arte que tenías que valorar… Una vez que te los sirven en la mesa, dudas si será para comer realmente o será para «disfrutarlo» con la vista y aplaudir tanto arte y tanta destreza…¿?¿? Si no aplaudes y al final decides intentar comerlo, ¡para eso has ido allí!, la mayoría de las veces «no te dice nada», no tiene un olor ni un sabor definido, quedas un tanto perplejo…¿?¿? Te preguntas ¿será que no estoy preparado? O que estoy fuera de onda… Te ponen otro plato o cinco o seis más (es un menú largo y corrido)… y la primera sensación se va acentuando a medida que te sirven… al final piensas que, como es la moda imperante, no tienes más remedio para estar al día que asumir y aceptar toda esa parafernalia con resignación de santo… Lo mejor viene al hacer efectivo el «pantagruélico ágape»… entonces sí, entonces asumes que eres un privilegiado que estuviste allí, pero cuando te miras al espejo te ves una cara de tonto que… ¡válgame Dios!...

No se si sabréis que cerró Ferran Adrià, que las está pasando muy putas Sergi Arola, que lo estaba pasando muy mal mi amigo el ya fallecido Carlos Cidón… en fin… hay un largo etc. que no viene ahora a cuento… ¡ojo! Todos ellos son, seguro, extraordinarios cocineros de primerísima línea, eso, seguro, pero yo siempre me pregunto ¿podremos superar nosotros con nuestros inventos a las increíbles bacanales a que se entregaban los romanos hace 2.000 años?, afirmo rotundamente que no. Todo lo bueno, bueno de verdad, ya está inventado. El presumir ahora de innovar y hacer «nueva cocina» no es más que ganas de tocar los cataplines. Es cierto también que por aquel entonces comían solamente unos pocos… ¿los demás?... a verlas venir…. ¡Ojo! esta observación ya se que no entra en la ortodoxia establecida y que habrá muchos que la pongan en tela de juicio. Yo los comprendo… pero la realidad del día a día me da pie para afirmar que mi verdad es casi absoluta… mirad sino la cantidad de restaurantes de ese tipo que perviven… lo hicieron y resistieron cuando todo el mundo andaba enfrascado en la opulencia y en la apariencia… ¡A ver quien pagaba la comida más cara y el vino más caro!. No les importaba lo que comieses, no, sino lo que costase. Así nos fue y ahora así estamos… Este mundo... ¡es la hostia!...

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