Diario de León
Publicado por
javier tomé
León

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Uno les ve dando vueltas por la redacción, atareados de ideas y con una ilusión que les pone estrellas en los ojos, y solo cabe sentir que cierta dosis de envidia. Además son chicos y chicas escasos de años, y ya dejó dicho el gran Oscar Wilde que la juventud es la gran señora de la vida. El resto apenas constituyen componendas y entretenimientos, a la espera del chapuzón final. Estoy hablando de los becarios del periódico, naturalmente, ese pelotón de meritorios que llegando las calendas veraniegas se hacen cargo, de una u otra forma, de nuestro Diario de León, un medio de comunicación más que centenario y respetuoso siempre con una máxima que en esta casa es ley no escrita: si los hechos son sagrados, las opiniones son libres. Algo de enorme valor, no crean, pues a día de hoy existen algunos periódicos, y prefiero no citar nombres, en los que tan solo se pueden leer las esquelas, por su intachable veracidad.

¿Para qué sirven los periodistas en nuestra tecnológica y bastante alelada sociedad? Pues, básicamente, para informar, informar e informar. Pero, eso sí, guardando el debido respeto a los lectores. Así se configura una prensa libre, inteligente y creativa, en lo que supone un compromiso de cultura certificado por la verosimilitud. Para ser un buen profesional hay que tener curiosidad, tener impulsos, la paciencia de un pescador y el ascetismo del que se olvida de sí mismo para ponerse al servicio de la historia de otro. Porque, finalmente, de eso se trata, cada periodista define su estilo utilizando el talento de forma subjetiva y poniendo la atención en los detalles más significativos del hecho que trata, con la intención de recrear una atmósfera, un contexto, un tiempo y un lugar. De esta forma surgen Profesionales, dicho sea con mayúsculas, del oficio más hermoso del mundo: la palabra.

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