Diario de León
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josé a. balboa de paz
León

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No tengo el menor interés en polemizar con nadie y menos sobre la ferrería de Compludo, que es noticia estos días por la jubilación del guarda que la atiende, Manuel Sánchez, y por las negociaciones de la Junta de Castilla y León con sus propietarios sobre su gestión; pero no me gustan las opiniones sobre su antigüedad que, por ese motivo, se han vertido en varios artículos periodísticos. Tal ferrería no es visigoda ni medieval, error nacido en los años sesenta del siglo XX que no hay forma de erradicar. Ni documental ni tecnológicamente es posible datarla en época tan remota; pues no hay referencia a ferrerías hidráulicas antes del siglo X; además la trompa catalana que utiliza Compludo se difunde por España en el siglo XVI, y en el Bierzo en el siglo XIX. Desde el punto de vista documental, ni el Catastro de Ensenada (1752), ni Datoli (1797), ni Munárriz (1808), ni los diccionarios de Miñano (1826) y Madoz (1845) mencionan en ese lugar ferrería alguna. A principios del siglo XIX hubo varios proyectos, que no se llegaron a materializar, para construir una ferrería en Compludo. Esta no se edificó hasta finales de los años cincuenta. En 11 de enero de 1856 Felipe Fernández solicitó al gobierno de la provincia el permiso (como era preceptivo por el real decreto de 14 de marzo de 1846) para construir la ferrería de Compludo en un prado de su propiedad, artefacto que levantó poco después porque ya funcionaba en los años sesenta. Felipe fue hijo del mayor industrial ferrero del Bierzo, el ponferradino Nemesio Fernández, propietario de las ferrerías de Linares (adquirida en la desamortización a los benedictinos de Montes), Serviz, Portela de Valcarce, Corporales y Llamas de Cabrera. Cuando muere en 1859, algunas de estas pasarían a su hijo, otras a sus nietas Águeda y Petra. La de Compludo trabajó como ferrería hasta finales de los años ochenta, luego continuó como un simple mazo hasta bien entrado el siglo XX.

Como he escrito muchas veces, no importa que sea una ferrería del siglo XIX, pues su tecnología se remonta a mucho tiempo atrás. Compludo es un ejemplo muy valioso de unas instalaciones que tuvieron una enorme importancia en la vida económica de la comarca en los siglos XV al XIX. Por desgracia la mayoría de las que hubo en el Bierzo, una veintena, han desaparecidas o están arruinadas; por eso esta debe ser conservada y protegida; es además un Bien de Interés Cultural. Hace algunos años fue restaurada con dinero público y por ello, a quien corresponda, se le debe obligar a que la mantenga en buen estado de conservación, porque forma parte de nuestro patrimonio histórico y tecnológico. En este sentido, están muy bien las denuncias periodísticas para que se restaure cuanto antes y pueda abrir nuevamente sus puertas al público, pero la verdad sobre su antigüedad no ha de ser silenciada.

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