Diario de León
Publicado por
CÉSAR GAVELA
León

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El Bierzo está cada vez más entregado a su afición por el medievo y es posible que yo fuera uno de sus involuntarios promotores, ya hace mucho. Lo digo porque en las fiestas de la Encina de 1972 fui uno de los actores del grupo de teatro Conde Gatón que intervino en la primera representación de El Señor de Bembibre en los exteriores del castillo de Ponferrada.

El acto, que inicialmente creíamos para unos pocos, desbordó todos los cálculos y había allí dos mil personas, muy atentas en la calle, mirando nuestras evoluciones sobre el prado, aquel año inaugurado. Una mejora que, como el viaducto, promovió el alcalde franquista don Luis García Ojeda, que de profesión era un probo contable de empresa minera.

Representé allí, con mucha afición, pero muy envarado y tímido, al conde de Lemos. Mi hermano Carlos, que era el comendador Saldaña, cargaba con mi cadáver y nos perdíamos ambos bajo el puente del castillo.

Luego aquella idea mejoró mucho y el evento se convirtió en un clásico de las fiestas, hasta que llegó el previsible agotamiento. Pero al amparo de la iniciativa fueron surgiendo muchas otras. Tanto es así que el Bierzo es hoy un inmenso escenario de fiestas populares basadas en asuntos medievalizantes.

Cada verano un pueblo, o más, se incorpora a ese modo de pasar el rato y de divertirse. A ello debe añadirse un extraño florecimiento de cofradías milenaristas, que organizan caminatas con antorchas y otros severos actos de iniciación un tanto bufa. Luego todo suele terminar en cenas multitudinarias en monasterios y fortalezas.

Todo ello está convirtiendo a la comarca en un lugar gracioso y un pelín estrafalario, pero lo que importa es que la gente se lo pasa bien. Además, al hilo de estos mundos pintorescos se mueve dinero, los vendedores de telas para túnicas y otros atuendos mejoran sus resultados económicos, la gastronomía recibe un nuevo impulso, el vino corre y las carcajadas son sensacionales.

Aparte de ello, también hay lugar para que personas un tanto vanidosas puedan lucir sus escarapelas de mando, sus jefaturas y presidencias, rodeados del resto de los integrantes de las órdenes comarcales que van brotando de valle en valle.

El Bierzo ha abrazado la vía medieval. ¿Es un modo inconsciente de huir de una realidad económica muy dura: de la terrible situación de la minería, de la industria, también del comercio y de todo? Podría ser, aunque la costumbre viene de lejos. Pero es posible que ante el doloroso escenario actual, ante la recesión y la desesperanza, la edad Media sea una vía de escape, humilde y tan fugaz. La de creernos que vivimos en el siglo XII, o que somos personajes de esa fascinadora novela que se titula El Señor de Bembibre .

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