Diario de León

P. Fernando Campo del Pozo

Un omañés de pro en Filipinas

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P. Fernando Campo del Pozo agustino
León

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El día 15, fiesta de la Asunción, llegaba la triste noticia de la muerte del P. Eduardo Pérez Guerra en Manila, donde había realizado una labor benemérita como profesor, religioso ejemplar y formador de nuevas generaciones de agustinos en Filipinas. Nació el 7 de agosto de 1934 en Las Omañas, de cuyo pueblo se sentía orgulloso y alababa por la explotación que había del oro con una draga que ha desaparecido. Se formó en la escuela de don Julio Rubio e ingresó en el Colegio Apostólico de los Padres Agustinos en Valencia en 1944 junto con un hijo de don Julio Rubio, otro de Pedregal y el autor de esta reseña biográfica. Fuimos condiscípulos durante 12 años: 4 en la villa de Valencia de Don Juan, estudiando humanidades, 3 en Valladolid cursando la Filosofía, un año en Becerril de Campos haciendo el noviciado y otros 4 de Teología en Valladolid. Era un buen compañero y se pasaba con él ratos muy agradables, discutiendo sobre motivos religiosos, hasta de caza y pesca.

Son muchas las anécdotas que se podría contar de su vida de estudiante con varios sobrenombres por su participación en algunas comedias. Se llegó a iniciar como «dramaturgo» en Valladolid. Elaboró un drama imitando al P. Conrado Muiños y a Muñoz Seca. Como morían varios actores, al superior que era humorista, P. Dictinio Rodríguez Bravo, se le ocurrió decir en voz alta «aquí muere hasta el apuntador», cuando era el autor el que desempeñaba ese papel de orientador. Se le estaba oyendo algo. Al final se le aplaudió mucho para que saliera y él no quería. Uno de los participantes, Maximino Sierra, le sacó medio arrastrándole para decir: «aquí tienen al dramaturgo». Se le siguió aplaudiendo; pero le cayó tan mal que no se le ocurrió escribir más dramas. Era muy competente y escribía bastante bien. Le animé para que completase la segunda parte del Peralvillo de Omaña del P. David Rubio y meneaba negativamente la cabeza alegando que se parecía más a D. Sancho que a D. Quijote.

Al terminar los estudios teológicos, fue ordenado sacerdote en 1956 y enviado a los Estados Unidos con el P. Horacio Rodríguez para aprender inglés y cursar estudios superiores. Obtuvo el título de Master en Educación y Administración en la Universidad de Fordham. En 1959 fue destinado a la Universidad de San Agustín de Iloilo en Filipinas, donde ejerció de profesor de Religión y Castellano. En 1970 fue nombrado rector de Bacolod. En 1975 era prior en Manila y llegó a ser rector de la Universidad de Iloilo. Fue elegido Vicario regional de Filipinas en 1982 —comprendía también a la India y el intento del restablecimiento de los agustinos en China—. Llegó a ser secretario provincial con una buena atención a los religiosos (1994-1998). Dio su gran talla fue como formador de agustinos filipinos. Tuve como alumnos de Derecho Canónico en Valladolid a algunos de los religiosos por él formados en Filipinas y hacían grandes elogios por sus dotes religiosas y pedagógicas. Fue admirador y defensor de los hombres importantes de su tierra como uno de los últimos defensores de Filipinas, don Segundo García que había recibido la laureada de san Fernando. Presidió la misa solemne el 11 de agosto de 1998, recordando el primer centenario del galardón. Escribió un artículo en Internet, deseando que al P. Rafael Pérez se le colocase una placa en su casa natal. La placa se colocó pero no con la solemnidad que él deseaba. Cuando venía de vacaciones les hacía convivir a todos los hermanos en familia, como si formasen una comunidad. Fue un omañés de pro y se consideraba ciudadano filipino y en Filipinas deseaba descansar para siempre con la esperanza en la resurrección que da sentido a la vida religiosa.

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