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Publicado por
León

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Dice un informe del Consejo Económico y Social (CES) que en 2012 ha descendido la esperanza de vida de los españoles. Es la primera vez que ocurre en un dato que mide parámetros de igualdad, prestaciones sociales... etc y cuyo aumento exponencial nos colocaba en la lista de países donde merecía la pena vivir.

A la preocupación por el futuro de las nuevas generaciones, a quienes se les va a dejar una deuda pública y privada impagable, vidriosas condiciones laborales y unos servicios públicos deteriorados, se suma ahora que, incluso, van a vivir menos que sus padres.

No es difícil adivinar que, de seguir instalados en la crisis económica, aumentando el número de parados e instalados en el recorte permanente de bienes básicos como la Educación o la Sanidad, la vida de los españoles irá perdiendo meses.

El desgraciado accidente de la Delegada del Gobierno en Madrid ha llevado a la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría al hospital de La Paz. Tras visitarla, dijo a los periodistas que «estaba en buenas manos». ¿Acaso la mano derecha de Rajoy ignora lo que está pasando con la sanidad pública madrileña? ¿No sabe que, además de las privatizaciones, los grandes hospitales universitarios han perdido interinos, se ha dictado la jubilación forzosa de prestigiosos jefes de servicio y se han disparado las listas de espera?. Según su compañero de filas, el presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, en buenas manos estaría en uno privado, bien gestionado y con médicos con contrato laboral.

La educación, la denostada enseñanza pública, está sirviendo este verano, además, para que niños con desnutrición reciban una comida completa al día. Muchas de sus aulas han permanecido abiertas, bajo la excusa de cursos de recuperación, para ayudar a familias que no tiene ni para comer. ¿Cómo no va a descender la esperanza de vida en esas condiciones?

El problema no es el dato coyuntural. Lo grave de la situación es avizorar en qué condiciones de desigualdad social va a salir este país de la recesión. De momento la fractura social, la mayor desde la posguerra, se ha producido a una velocidad vertiginosa. Los pilares del estado del bienestar han recibido tal castigo que va a costar recuperarlos si es que alguna vez se logra. La sanidad pública, esa medicina puntera, universal, admirada en Europa y modelo para la administración americana, ha perdido además su capacidad de investigar. Los científicos, que volvieron pensando que su país salía del «que inventen ellos», se marchan y se llevan con ellos a los jóvenes formados con dinero público que no encuentran salida.

Este país está inmerso en una tormenta perfecta mientras Gobierno y oposición siguen sin darse cuenta.