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Eugenio marcos oteruelo poeta
León

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Desde las soleadas laderas del Teleno, acuden generosos los arroyos a calmar la sed del Eria en largos veranos sin lluvia. Conozco un río, entre río y arroyo, que cumple este rito con la obediencia de un niño pequeño; su cauce, de humilde trazado, desciende entre matorral verde y cantos rodados desde las primeras faldas del Teleno, por los salgueros de Pozos, hasta vaciar sus aguas al Eria en paraje de Manzaneda: es el río «Pequeño» de Pozos.

En este caluroso verano de 2013, también he visto a los pájaros abandonar los campanarios buscando la conversación amena de las hojas verdes a orillas del Eria. Los actos culturales se han unido, por sorpresa, al murmullo silente de sus aguas este verano en el Eria. Dieron comienzo en Pozos de Cabrera Alta el día 16 con el primer Festival de Poesía coordinado por Beatriz Marcos Oteruelo y el poeta Gsús Bonilla.

Se sumaron al acto, como invitados, un gran elenco de jóvenes poetas que hicieron reaccionar emotivamente al público asistente: Eloísa Otero, Vicente Muñoz, Felipe Zapico, Toño Morala, Abel Aparicio Y Gsús Bonilla; Félix Martín recitó versos escritos por poetas de la localidad, los hermanos Alfredo y Eugenio.

Estos locos amantes de la palabra echaron mano del instrumento poético para denunciar situaciones caóticas en pleno siglo XXI. La sala de cultura se ubica en la antigua escuela donde muchos aprendimos las primeras letras y, en los aledaños, la era donde se majaba el centeno..

Como testigos de la velada poética, Felipe Pérez Pollán, impulsor de Poesía para Vencejos en Palacios de la Valduerna y Martín Manceñido, la persona preocupada de que no falte sangre.

El teatro renace en Pozos por segundo año consecutivo, después de una larga ausencia, con la obra Pensión Clarisa, interpretada por actores de la propia localidad y bajo la dirección de Julio Grané que, también es guionista. De forma altruista, Julio, deja la mitad de su piel en un trabajo dignamente ofrecido a un público entregado por completo a los avatares de la obra: tragedia, intriga y humor….

El 18 de agosto es mediodía y seguimos a orillas del Eria; es la hora fijada para la presentación de la obra Hubo un pueblo llamado Morla , en Morla de la Valdería; quizás el título se preste a confusión ya que, Morla sigue existiendo, viva y muy viva.

Hay todo un trabajo en profundidad fruto de una larga investigación llevada a cabo por sus autores, Rodrigo y Juan Castaño de Luis, con prólogo de la etnógrafa, Doña Concha Casado. El escenario del evento fue el cabildo de la vieja Ermita —una muñeca de piedra en el corazón de Morla— y desde aquel emotivo lugar donde, en todo tiempo, se tomaban decisiones para la buena gobernación del vecindario, el autor recalcó la importancia de la memoria como hilo conductor entre pasado, presente y futuro; un árbol sano no se mantiene si la raíz está enferma.

Ya en un atardecer de pájaros mudos, el mismo día 18, siempre a orillas del Eria, tuvo lugar la apertura de plicas en el segundo Certamen de Poesía Pueblo de Nogarejas. En el salón de actos culturales, abarrotado de público, había una gran expectación para ver al jurado del certamen formado por tres poetas de gran prestigio, Antonio Colinas, Luis Carnicero y Eloísa Otero; leyeron algunos versos de su extensa obra con el eco de la tragedia flotando en la sala, pues muy cerca, aún, la ceniza de la rabia y del horror, llorados en épicos poemas por distintos poetas; tal vez, por eso, los perros ya no ladren cerca del río y el Eria lleve en sus aguas una lágrima escondida.

En el transcurso de la velada se oyeron notas de la Coral y como golosina final los suspiros pensados y cantados en la voz de Marina Justel.

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