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Publicado por
JESÚS A. COUREL
León

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Hay una excursión en mi infancia que nunca olvidaré. Fue a la pequeña fábrica de patatas TAS, cuya freiduría estaba cerca del hotel Conde Silva (hoy hotel AC), «en el km. 388 de la carretera de Astorga y frente al restaurante Montemar», como anunciaba la publicidad de las primeras bolsas de patatas fritas que recuerdo.

La marca TAS es obra de un emprendedor, José Antonio Barrios, que en 1963 fundó, en los bajos de un chalecito de la plaza del ayuntamiento de Ponferrada, una pequeña empresa de patatas fritas, que luego trasladó a estas dependencias y que, desde 1982, está en el polígono de la carretera que va a Molinaseca.

Allí continúa con los fritos, ahora de la mano de José Luis Acebes, actual dueño de la freiduría desde 1995. Hace unos días me recordaba sus comienzos en la empresa, en 1969, siendo el tercer trabajador que figura en las fichas de empleados. Curiosamente el primero, aparte del dueño, provenía de Jiménez de Jamuz y, el segundo, de Frómista. El resto, 50 años de sólido y meritorio trabajo. Hoy la empresa sigue manteniendo la esencia de aquellos inicios: patatas, aceite y sal, sin los apetitos de la ganancia fácil que tanto nos indigna actualmente. Y José Luis, al frente de esta actividad, supo captar la filosofía de Toño Barrios que, junto a Antonio «El Dungo» y Sito el del bar «San Remo», fundaron en aquel verano de 1963 la marca TAS, con las iniciales de Toño, Antonio y Sito.

Como diría Cicerón, hasta los mejores se guían por el ansia de gloria, aunque a muchos individuos les prima el deseo de las cosas bien hechas antes del placer del reconocimiento, pues entienden que no se puede reducir todo a mercancía, fama y dinero. En estos tiempos de crisis, cuando buscamos un cambio sustancial de valores y el comienzo de una nueva era en la organización del trabajo y en los sistemas de producción y consumo, resulta que empresas como patatas TAS nos enseñan la resonancia del trabajo bien hecho, el crecimiento sostenible, las inversiones adecuadas y, en especial, la misma calidad en el producto. Otra forma de progreso es posible. Lo demuestra la fábrica TAS desde su filosofía del respeto a los clientes, con la ambición de mantener y fortalecer los afectos con ellos, sin la vorágine de producción y competitividad. Un flujo de prosperidad inagotable, en una época donde los daños de un progreso mal entendido parecen irreparables.

La Academia podrá quitarle al Bierzo la E mayúscula del artículo que le precede, pero nunca podrá quitárselo a TAS, que se han ganado con solvencia el llevar su empresa a un ejemplo mayúsculo de patatas con sabor a infancia, o sea, a verdad... Había que hacer algo.