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Publicado por
RAFAEL TORRES
León

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Nunca estuvo tan cerca el PP de ganar para sí Andalucía como en las últimas elecciones autonómicas, en las que fue el partido más votado, y nunca, como entonces, estuvieron los niños andaluces tan cerca de perder la gratuidad de los libros de texto, pues no parece que las intenciones del partido dirigido territorialmente antaño por Javier Arenas fueran las de mantener las cuatro prestaciones sociales de la Junta de Andalucía, insólitas en el mapa abrumadoramente azul del actual reparto del poder político en España, en el que el desamparo institucional de los más débiles y vulnerables es la norma.

Hoy Arenas, oscurecido por aquella su amarga victoria/derrota, pero, sobre todo, por las sospechas de que fue el dirigente popular que más sobresueldos raros recibió de Génova (ver Bárcenas), asiste desde las filas traseras a la investidura de la nueva presidenta de la administración regional, Susana Díaz, pero quienes ahora ocupan las delanteras vuelven a la prehistoria del PP andaluz denostando el relevo de Griñán y calificándolo, como al propio gobierno de coalición, de ilegítimo y aberrante.

Lo que ocurrió en las elecciones andaluzas de 2012 fue que la gente se corrió un poco más a la izquierda, cual se desprende no sólo de la suma de los votos del PSOE e IU, que arrojó una cifra muy superior a la obtenida por el PP, sino de la percepción mayoritaria, vertida en esa suma, de que el Partido Popular recién instalado en el Gobierno no había enseñado aún los dientes recortadores e incautadores, en espera del triunfo en Andalucía para enseñarlos del todo y a lo bestia.

Arenas, en gesto público que le honró en su noche triste, reconoció su derrota, pero no así quienes le han sucedido, y cuyos únicos argumentos políticos son no haberla digerido y el caso de los Eres en el que la jueza Alaya amaga con entrullar a todo bicho viviente.

No es una caso de corrupción menor, ciertamente, el de ese patio de Monipodio de los Eres donde se malversaron y sustrajeron tantos fondos del pueblo andaluz, y de su actitud frente a él, de ir a por todas y a por todos, dependerá, que no del discurso romo y bronca de los señoritos redivivos, el futuro de la coalición de gobierno y de esas cuatro prestaciones sociales que en poco pero en algo alivian el sufrimiento de los que, gane quien gane, siempre suelen perder.