EL BAILE DEL AHORCADO
El conejo blanco
Hay demasiada gente preguntándose ‘¡a dónde vamos a llegar!’ sin pararse a pensar que esta es la última estación, y que lo único que queda es coger el Ford y salir a buscar mejores tierras, tierras en las que los capataces nos dejen comer uvas de vez en cuando. Hace poco leí un anuncio en el que se ofrecía techo y sustento «puede que con el tiempo un salario...» a cambio de trabajo. ¿Qué tipo de viaje es este? porque la mayoría ni siquiera tiene una piedra que llevar a lo alto de la cumbre. ‘A dónde vamos a llegar’, nos seguimos preguntando mientras la realidad cada vez se parece más a una historia contada por un idiota. La cuestión es si lo que perseguimos es un conejo blanco, si al traspasar el umbral las cosas comenzarán a tener sentido o si todo seguirá siendo una película en 3D vista a través de un plasma.
Porque la única realidad es la de la técnica de Goebbels llevada al ridículo. Ya no es que una mentira contada cien veces se convierta en verdad, es llevar la verdad cristalina a la categoría de chiste, a la hipérbole, al estrambote, creyendo que la fatiga mental de los españoles es crónica. Y puede que lo sea. El mejor dato de paro desde... y son treinta desempleados menos. Y cada vez hay más dignos que entran en el reino de la pobreza... y la dependencia de la comunidad se alza al billboard de la economía pero, mientras, el salario de hambre de los pensionistas se corrige en función de la miseria impuesta, y la educación, y la ciencia, y la cultura... Parece que la nueva regla es la de ese otro loco: «La mermelada, siempre para mañana y para ayer, nunca para hoy». Y aquí seguimos, esperando a que nos llegue un poco de confitura después de tanto bodrio.
Puede que el plasma vuelva a funcionar, que pasen las elecciones alemanas y que la nueva orden sea tapar la realidad, aunque esta vez la estrategia pase por darle a la manivela del dinero. Creeremos que hemos salido del túnel, que nos hemos hecho gigantes y que ya no habrá más recetas que tragar, pero no hay que perder de vista que el conejo siempre llega tarde, que todos llegamos tarde ya y que corremos y seguimos inmóviles y para llegar a algún sitio tendremos que hacerlo dos veces más rápido. Así que, si queremos mermelada tendremos que darnos prisa, prisa para llegar a ayer o a mañana, a mañana... prisa para correr dos veces más deprisa porque ya nunca tocará para hoy.