Nuevo choque de altura por el aeropuerto

La crisis desatada por la nefasta gestión de la compañía Good Fly del contrato para volar desde el aeropuerto de León no se ha quedado, como era ya de prever, a simple ras de suelo. La presidenta del Consorcio del Aeropuerto de León, Isabel Carrasco, se encargó de poner alas ayer a la controversia política. Carrasco clamó, sin pelos en la lengua, por un mayor y firme compromiso de la Junta de Castilla y León con el mantenimiento del aeropuerto leonés con independencia de que esta administración no forme parte del consorcio. Y lo hizo desde el agravio comparativo que para muchos ciudadanos de la provincia sigue suponiendo el hecho de que la Administración autonómica se vuelque con los programas de ayudas para mantener el dinamismo del aeropuerto de Valladolid. Desde luego el grave problema provocado por Good Fly a cientos de pasajeros es algo que por ahora se resuelve con la rescisión del contrato y la reclamación de los correspondientes daños y perjuicios. Eso está en manos del consorcio. Lo que ya no está en manos exclusivas del consorcio es arreglar el auténtico problema de fondo de esta situación, que es la deriva imparable del aeropuerto de León hacia su fulminación. Desde esa óptica parece imprescindible una cumbre política y compromisos reales y claros acerca de la viabilidad del aeropuerto, que se planteó en su día como un vector capital de desarrollo turístico. Eso sí, con altura de miras y sin localismos demagógicos.