FUEGO AMIGO
Picos de agravio
Todavía hoy, visitar la parte leonesa de Picos de Europa puede resultar una experiencia deprimente, si se contrasta su postración con el empuje de las zonas asturiana o lebaniega. Y sin embargo este desamparo y el menosprecio institucional respecto a los territorios colindantes no responden a un menor interés de nuestros parajes, sino a su localización periférica y a la ausencia en el entorno comarcal de un núcleo capaz de vertebrar y actuar como lanzadera de aquel paraíso natural. La desaparición de Riaño dejó huérfanos a estos valles leoneses del papel tutelar e impulsor que Potes y Cangas de Onís cumplen en las vertientes tramontanas del parque nacional. El nuevo poblado sucedáneo mejor no nombrarlo.
A menudo los valles de Valdeón y Sajambre, que aportan la singularidad de contar con núcleos de población en el interior del recinto protegido, son origen de noticias sangrantes, chuscas, tristes. Porque la población no pasa de ser un inconveniente gestionado con malestar por la burocracia asturiana del parque, que se traduce en racanería a la hora de distribuir las ayudas precisas para su desarrollo sostenible. Durante el último medio siglo el deterioro de la zona leonesa de Picos de Europa avanzó con la contundencia del elefante distraído en una cristalería. La última vez que pasé por Posada pude observar cómo los hórreos inventariados y protegidos desde 1984 han ido desapareciendo o se encuentran degradados por la acometida de un entorno chirriante de neones y monstruosos bloques de apartamentos episcopales con tejado de uralita. También el edificio público de las escuelas exhibía la misma mezquindad en su cubierta. Pero las ayudas, incluso una vez recrecidas por el bochorno, resultan todavía menguadas, resaltando la estimación subalterna de nuestros Picos frente a los intereses de la asturianía reinante.
En la última reunión del consejo rector nos han tocado 400.000 euros para desbroces y arreglos, mientras nuestra zona del parque nacional es la única que carece de un Centro de Recepción de Visitantes. Y no vale, para sustituirlo, un chamizo provisional con funciones administrativas. De momento, los hay en Cantabria y Asturias y sus servicios influyen de forma determinante tanto en el número como en el grado de satisfacción de quienes se acercan con exigente curiosidad al parque. No debemos olvidar que Picos de Europa es el primer parque nacional español y que su vertiente leonesa ha sido la que resulta más accesible a los viajeros peninsulares. Por eso, contó con Parador Nacional de Turismo hasta 1969. Luego, cuando ya iba a cerrarse, se abrió el de Fuente Dé en Cantabria con su teleférico, al que se sumó hace quince años otro en Cangas de Onís, que ocupa un monasterio desamortizado.