LA LIEBRE
La terminal
No sabíamos que cuando nos prometieron un aeropuerto internacional se trataba de un andén para que la paisanada montara en el autobús con dirección a Burgos. Un nuevo modelo de comunicaciones que cuadra de lleno con la idea de vertebración de la Comunidad que persigue la Junta desde hace casi 30 años.
El empeño en el que el consorcio del aeropuerto —es decir, usted, señor contribuyente— se ha dejado más de un millón de euros en ayudas. Una hucha de la que ya habían cogido los de casa, cuando el raquetismo convenció a Rodríguez Zapatero de que era conveniente dar alas a Santos Llamas y Tejera para que luego estrellaran Lagun Air, y a la que ahora ha venido a pasar el cepillo Good Fly. Una empresa de aerotaxis que nos hicieron tragar como gran compañía, cuando todavía se hacían fotos los políticos para vender gestión con sus mejores sonrisas, mientras se daban patadas en la espinilla por debajo de la mesa. Esa forma tan nuestra de tener metido al enemigo en casa para mayor confianza.
La marcha de Good Fly —me resisto a hacer con el nombre chistes a los que puede llegar cualquiera con un nivel de inglés como el de Ana Botella— mete de nuevo al aeropuerto en el debate sobre su supervivencia. Una discusión para volver a enfrascarse en un nuevo contrato, no se sabe si estacional, mensual u ocasional, para cuando sea necesario sacar de aquí a los últimos que hayan resistido el ataque de la administraciones contra un territorio abandonado de inversiones, desmantelado de industria y condenado a acabar como un geriátrico.
Unas rutas en las que quizá fuera bueno que a alguien le diera por pensar que es más productivo incentivar vuelos para atraer turistas aquí, no enfocarlo todo a unas salidas que se han demostrado improductivas, o explorar las potencialidades del aeródromo como centro logístico para el transporte de mercancías. La lucha de la que desertó la Junta hace tiempo, antes incluso de que los políticos leoneses del PP se sonrojaran con cinismo por los 20 millones entregados a Ryanair para que volara desde Villanubla, donde por si fuera poco se centralizaban los vuelos del Club de los 60.
Aquí, nos quedamos en la terminal. Como le pasó a Tom Hanks.