Diario de León
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cayetano gonzález
León

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El cruce epistolar entre Mas y Rajoy, amén del sin fin de declaraciones de portavoces de uno y de otro gobierno, pone de manifiesto el dicho de que «no hay mejor sordo que el que no quiere oír». Uno, quiere celebrar el próximo año un referéndum en Cataluña para consultar a los ciudadanos si quieren o no la independencia del resto de España. El otro, le contesta diciendo que como Presidente del Gobierno no puede autorizar ese referéndum porque estaría incumpliendo la ley, justo lo contrario de lo que juró hacer cuando tomó posesión de su cargo, pero a cambio le ofrece un diálogo sin fecha de caducidad. Diálogo, ¿sobre qué y para qué?, se preguntan los ciudadanos que asisten atónitos a este diálogo de sordos.

El Presidente de la Generalitat ha metido a Cataluña y a su partido en un callejón sin salida. Es muy difícil que Mas pueda ya dar marcha atrás en su locura secesionista Cuando se agitan hasta extremos inenarrables los sentimientos de la gente, pasa esto. Y si además tiene la presión que desde las bambalinas ejerce ERC -que a día de hoy es la gran beneficiada electoral y políticamente hablando de este desaguisado- entonces su margen de maniobra es muy pequeño. Tampoco lo tiene mucho mejor el Presidente del Gobierno. Le ha costado admitir que el desafío independentista de Cataluña iba en serio. Baste recordar que hace sólo un año calificaba textualmente de «dimes y diretes» el conflicto institucional que todo el mundo veía a raíz de la masiva manifestación de la Diada del 2012. Pero ya se sabe que la tendencia natural de Rajoy es la de no coger el toro por los cuernos, confiando que el tiempo arregle los problemas, bien porque estos se pudran o porque el contrario se canse. En esta ocasión no va a suceder ni lo uno ni lo otro, porque si algunas virtudes tienen los nacionalistas independentistas son la tenacidad y la constancia.

Lo malo de Rajoy es que da toda la impresión que no tenía previsto un «plan B» para Cataluña. El PP en esa Comunidad Autónoma no es referente de nada ni de nadie, con una líder, Alicia Sánchez Camacho, que no da la talla. Desde el Gobierno de la Nación no se ha hecho Política con mayúsculas en Cataluña. No se ha explicado a los ciudadanos de esa Comunidad lo que supondría para sus vidas irse de España; no se ha exigido el cumplimiento de la ley ante sentencias del Tribunal Supremo o del Constitucional. Por el contrario, un Ministro de Rajoy, el de Asuntos Exteriores, el lenguaraz García Margallo, se muestra partidario de buscar un «encaje» de Cataluña en España -como si este no estuviera ya previsto en la Constitución- amén de decir que la cadena independentista del pasado miércoles fue todo un éxito. Con ese tipo de ministros, el independentismo catalán puede estar muy tranquilo y esperanzado.

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