AL TRASLUZ
Después del cataclismo
Se está hablando mucho de las excelencias del nuevo órgano de la Catedral de León, de su teclado y sus tubos, de su tamaño, importancia y alto coste... pero uno echa en falta que se destaque una muy importante: además de sonar mejor nos hará mejores. A todos, no sólo a quienes asistan a los conciertos del Festival Internacional de Órgano. Al principio quizá no sienta usted más allá de un agradable cosquilleo, pero con el tiempo el efecto positivo en nuestras vidas de su música tendrá la solidez de los muros catedralicios. En El silencio creador hay una cita Charles de Bus que refleja muy bien lo que quiero decir: «Si el mundo fuese arrastrado por un gran cataclismo, no se concibe que la música de Bach pudiese estar englobada en el desastre». Es decir, que si nada se hubiese salvado tras dicho cataclismo las creaciones de este compositor, a quienes debemos maravillosas composiciones para órgano, seguirían sonando como una banda sonora inmortal. Quizá por eso cuando le preguntaron a un biólogo qué mensaje representativo de la naturaleza humana mandaría a una civilización extraterrestre dijo sin dudar: «las obras completas de Bach». Y ya puestos, interpretadas en nuestra Pulchra, que es mucho más que arquitectura grande.
Y sí, la importancia del nuevo órgano no se explica sólo por sus muchas cualidades técnicas o sus posibilidades para atraer a numeroso turismo cultural europeo, siendo estos méritos muy destacables, sino por la trascendencia de su misión. Y ésta no es otra, en efecto, que hacernos mejores, además de darnos cobijo contra la desesperanza. Suena en el templo la Tocata y fuga en re menor 565 y, de repente, la ciudad entera, incluido el extrarradio, se siente impregnada de una belleza que se derrama más allá del aforo. ¿Y cuándo dejé de sonar? Hasta para 4.344 tubos las victorias son a largo plazo.
A partir de ahora, los presupuestos del Festival han de estar a la altura de la calidad del instrumento. Pero, a la vez, como siempre, siendo sus organizadores muy conscientes de que existe una gran misión que cumplir. Lo más difícil empieza ahora. Pues la belleza, cuando trasciende lo estético es —junto al amor y a la verdad— lo único que sobrevivirá al cataclismo.