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CARLOS CARNICERO
León

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Alfredo Pérez Rubalcaba ha querido zanjar las críticas a la posición del PSOE sobre el tema catalán respaldándose en Felipe González. Ante las críticas de algunos ex dirigentes del PSOE ha sentenciado que se siente apoyado por su jefe. Al mismo tiempo, ha dejado abierta su participación en las primarias para elegir candidato a la presidencia del Gobierno.

Hay algunas evidencias, algunos datos, que son profundamente tozudos. El primero y más importante: el PSOE está, en el mejor de los casos, estancado en su expectativa de voto, a pesar del enorme deterioro del partido en el gobierno. Las pérdidas que podría tener el PP en sitios clave, como los ayuntamientos de Madrid y Valencia y la presidencia de esas mismas comunidades, no corresponden con ascensos del PSOE sino con la eclosión de otras fuerzas. Pero el mayor drama de todos se produce en Cataluña, donde el partido hermano del PSOE, el PSC, corre el riesgo de convertirse en irrelevante. La causa es la pérdida de su electorado histórico natural, lejos de las tesis ambiguas en las relaciones con Cataluña y España. Sin embargo el PSC, abandonando su posición de un catalanismo profundamente español, no ha conseguido pescar en los caladeros nacionalistas. Y cuanto más insiste en esas tesis renovadas, más electores pierde.

Para salvar este inmenso escollo, Rubalcaba propone una reforma de la Constitución para convertir España en un estado federal. Pero a falta de otras razones para tal propuesta, es obligatorio deducir que la razón para esa reforma de la Constitución es lograr frenar la alternativa independentista que capitanea el president de la Generalitat.

Varias cuestiones: primera, como el secretario general del PSOE no ha desarrollado su idea de estado federal para el caso que nos ocupa, habrá que referirse a los manuales de ciencia política. Y en síntesis, un estado federal se compone por estados regionales que se aplican un modelo igualitario para separar las competencias exclusivas del Estado federal y las de cada uno de los estados asociados. Y las responsabilidades fiscales se reparten entre impuestos que son solo para los gastos del estado y los que cada estado asociado promulga para financiarse. Es decir, no dice nada de asimetría ni de la posibilidad de que algún estado que componga la federación pueda estar en derechos por encima de los demás.

Puede que el jefe de la viaja guardia esté con Rubalcaba; pero los componentes de esa agrupación no están solos dentro del PSOE al reclamar coherencia en el mantenimiento de señas de identidad que ahora no se ven por ningún sitio. No importa que Felipe piense lo que piense, porque lo capital es la profunda crisis de carácter sistémico en que ha dejado al socialismo la guardia de Zapatero. Y los muertos (políticos) en las cunetas del tránsito de Zapatero por el PSOE, que son muchos, no tienen capacidad de reacción precisamente porque fueron liquidados. Puro estalinismo político.

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