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caballero
León

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Por octubre, cuando se ponen las tardes cenicientas para teñirse del ocre de las matas de los robledales, resucitan los proyectos macilentos que llevan años mecidos en la portada de los periódicos. Un ritual de otoño alimentado por la presentación de los Presupuestos Generales del Estado. Un best seller de ficción. Las obras completas de un Gobierno que año tras año nos quita capítulos de inversión como contagiado por la caída de las hojas. La metáfora de una provincia caduca, relegada a segunda fila, donde siempre cuadran los recortes, mientras los políticos del PP leonés buscan una justificación que nos les ponga en evidencia, como si la realidad no fuera suficiente escarnio, y los socialistas, más cainitas que nunca en sus miserias, se atreven a reivindicar lo que hace tres años callaban. La llegada del AVE, la integración del ferrocarril, las autovías León-Valladolid y Ponferrada-Orense... Nada nuevo para vislumbrar un horizonte de desarrollo más allá del éxodo al que cada día se encomiendan mayor número de jóvenes leoneses.

«Lo haremos cuando vaya habiendo dinero», avisa la ministra de Fomento, Ana Pastor, como si quisiera reescribir el chiste en el que el guaje pregunta cuándo comerán pan de hoy y la madre responde que mañana. La misma ministra que no escatima fondos para la alta velocidad gallega que ya nos adelanta por Zamora, que pone chinas en el trazado de la integración de Feve en la ciudad, que deja en una partida testimonial el proyecto de la supresión de los cruces de la ronda Este, cuando no hace ni medio año que desde el Ayuntamiento se vanagloriaban de que se lo había prometido. Las muestras de un Gobierno que presume de la inversión, inflada por el dinero del AVE desde Palencia, pero que evita señalar que en las cuentas del 2013 había 100 millones para la misma infraestructura y no se ha ejecutado nada; ni un solo euro, a pesar de que los taludes del trazado envejecen cada invierno, a la espera de una vía que cuando se vaya a poner quizá no encuentre plataforma.

La prolongación de una agonía que se nos mete en el tuétano de este octubre preñado de tradiciones subidas a los carros engalanados e izadas al ramo de los pendones. El espíritu del pueblo leonés que no representan los políticos. Aquellos que, por ser Froilán nuestro patrón, están convencidos de que nos pueden tocar las narices.

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