Una infamia

Me he enterado de lo del marqués consorte de Astorga y no sé cuántos títulos más por la prensa. Ya ven, que al final tenía razón Cela cuando decía que lo único que hay que hacer es sentarse en un poyo al sol y esperar a que pase... El año que viene que les vuelvan a invitar a la Zuiza, que seguro que hacen el mismo papelón.

Los hay que no piensan en otra cosa que en acumular títulos nobiliarios y los hay que creen que si se arriman a ellos se les pegará algo. Lo malo es que hemos descubierto que aquí la alcurnia va acompañada de unos cuantos pecadillos más, nada que no pueda ser disimulado por el abolengo, pero del rancio. Así que habrá que esperar al año que viene, a ver si la Corporación y la Cámara de Comercio vuelven a poner a los marqueses por delante del pueblo.

A otra cosa. Me gustaría saber qué se le pide a un empresario cuando se hace cargo de un negocio por el que sólo va a recibir subvenciones. No estaría de más que quien se va a llevar la pasta de todos demuestre que su objetivo real es el interés de la empresa, de sus trabajadores y de la sociedad en general. Vamos, que si el que llega es un macarroni que solo piensa en comprarse sementales y porches, pues resultaría recomendable meter la carpeta en un cajón y dejar que duerma el sueño de los justos. Así estamos, con la empresa parada y, lo que es peor, con los empleos en el aire. Si te piden un análisis psicotécnico para acceder a una licencia de armas, digo yo que habría al menos que estudiar el pasado empresarial de alguien de quien depende la hacienda de casi 200 trabajadores.

Pero esto es León, y aquí al primero que llega hablando guiri se le da credibilidad. No me extraña, ahora que se ha demostrado que somos incapaces de leer un texto complejo y entenderlo. O, a lo mejor, es que no tenemos que hacerlo, comprenderlo, digo, no vaya a ser que nos pase como al ministro y terminemos haciendo un oxímoron o lo que sea, diciendo que es compatible moderar salarios y ganar poder adquisitivo.

No se equivoquen, que aquí hay para todos, porque hay periodistas abonados al festival del humor, si no fuera porque da la casualidad de que el asesinato de una niña no tiene ni pizca de gracia. Al loro con el titular en portada de un periódico: «Uno de los que halló el cadáver de Asunta iba ‘bolinga’ perdido». Una infamia. Otra.