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Publicado por
ERNESTO ESCAPA
León

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Durante el próximo fin de semana, una comitiva de lectores recorrerá algunos andenes de la provincia repasando el espacio literario de Región: Ponferrada, Páramo del Sil (residencia sombría del poeta benetiano Ángel González) y el embalse del Porma, al que dos décadas después del bautizo le esconden su nombre: Juan Benet. Este viaje conmemora los veinte años sin Benet y evoca su despedida de aquellos otoños, cuando dejaba la casa junto al río y partía con la familia a Madrid. Allí quedaban las gentes y los árboles «un tanto amilanados, con la respiración recogida, esperando la embestida del invierno». Este recorrido con lectores y alumnos de la Uned lo van a conducir el cronista del Bierzo y experto benetiano Paco García Pérez, el novelista José Luis Prieto y el pintor Eugenio Benet. Son los mejores guías imaginables para desvelar los secretos de un escenario fascinante, por donde fluye el Torce, decae Macerta y aparece la casa de Mazón. El territorio que ve «reverberar la luna en una lámina de agua rodeada de montañas».

El ingeniero Juan Benet (1927-1993) llegó al Bierzo en 1956 y vivió tres años en Ponferrada, primero en el Madrid y luego en una casa con huerto, cuyos desvanes cobijaban un par de esqueletos. Trabajó en los canales de Cornatel y Queroño, estudió violín y descubrió la novela Los páramos (Os sertôes), de Euclides da Cunha, que le da la pauta de cómo abordar una historia narrativa poderosa «que no se limitaba a las aventuras de una pareja o de una cuadrilla de guerrilleros, sino que había que explicarla por las condiciones topográficas». En ese momento, Benet ya tiene la primera versión de su novela, que entonces se llama El guarda. Es un texto faulkneriano y alejado del costumbrismo realista que practican sus amigos Ferlosio o Martín Santos, pero todavía le falta el escenario, ese territorio mítico que sólo alumbrará durante su residencia en la montaña del Porma.

Del Bierzo se traslada a Oviedo, para doblar la vía del tren entre Lugo de Llanera y Villabona. Muy cerca, descubre el lugar donde murió en accidente ferroviario Cirilo Benítez, ingeniero y seductor como él. En el verano de 1961 recorre la montaña leonesa, desde Leiteriegos a San Isidro, siguiendo la deriva visionaria de Conrado Blaer. Aquel otoño se traslada a la Venta de Remellán, mientras construye su casa a pie de presa. Además del embalse, acomete la variante de la carretera hacia Lillo y el trasvase de aguas del Curueño. El encuentro con la montaña leonesa le proporciona el escenario que requería su universo literario. Allí sitúa la desventura de la España derrotada por la guerra, escrita con una prosa arborescente y un despliegue de topónimos deslumbrante. Funda Región: un espacio literario universal.

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